lunes, 23 de noviembre de 2015
EL MARAVILLOSO DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA Por Sergio Lipp
COMO UN FRAGMENTO DE UNA PÁGINA DE UN LIBRO
(N°133)
La gran mayoría de los seres humanos está en este hermoso planeta llamado
Tierra jugando un juego, el gran juego de la vida, del cual ni siquiera conoce
sus verdaderas reglas, y como no las conoce, ha puesto sus propias reglas. Lo extrañamente loco es
que estas, las que creo el ser humano, no se cumplen en general, pero
tozudamente el género humano sigue insistiendo a rajatabla en que las cosas son así.
La verdad, mis queridos lectores, es que todos está manejado en forma
perfecta por quien sí sabe cómo son las cosas, Dios, el Gran Hacedor de este
juego, y nosotros, simples humanos, ni siquiera podemos acercarnos a su
comprensión.
Nosotros, con nuestro pequeño porcentaje de conocimiento, juzgamos todo
como bueno o malo y nos enojamos y nos ponemos muy tristes y confusos cuando
vemos manifestarse lo peor del ser humano, nos enfervorizamos defendiendo a
ultranza nuestros ideales o en lo que creemos y por sobre todas las cosas,
perdemos la vida enfocándonos en gastar nuestra energía, sin darnos cuenta, que
en el campo de las probabilidades, lo más probable es que estemos equivocados
en la gran mayoría de las veces.
Todo, porque no podemos comprender aunque sea mínimamente, como es el
juego de la vida.
Partamos de una diferente comprensión, les pido que hagan el esfuerzo.
En principio esta vida, este pequeño lapso de existencia de 80 años promedio,
que para nosotros lo es todo, para Dios solo es un brevísimo lapso perteneciente a un pequeñísimo porcentaje
de las diferentes vidas que vive nuestro alma, que es el que le da sustento no
solo a esta vida sino a todas. Entonces,
nuestra alma, que es eterna, tiene una existencia “vivida” de miles de
vidas, por lo cual, si nosotros fuéramos un poco parte de la mente de Dios,
¿cómo deberíamos tomar esta vida? En realidad como lo que es, como un
pequeñísimo fragmento de una página perteneciente a un gran libro, donde solo
tiene importancia para llenar una partecita de esa página. El problema es que
para nosotros esa página es todo lo que podemos ver, nosotros existimos
conscientemente solamente en ese fragmento, entonces para nosotros esa página
lo es todo y es por eso que lo transformamos en un verdadero drama.
Pero que sucedería si pudiéramos comprender que aunque no podamos ver,
ni sentir, ni otra cosa que no sea vivir
en esa página del gran libro de la vida, en realidad somos parte de la
totalidad. ¿Sería tan importante lo que nos sucede en esta vida?
Amigos, aunque desde nuestra perspectiva lo es y nos duele todo lo que
vemos que sucede en este bendito mundo, la auténtica verdad es que nos falta
una gran comprensión de la totalidad. En verdad no podemos ni podremos
comprenderla, somos una parte demasiado pequeña para ello, por ello solo podemos
hacer el esfuerzo de intentar elevarnos a una comprensión más profunda, un poco
tal como nos decía el gran Einstein: “Dios no juega a los dados con el
Universo”; tal como nos han dicho siempre los grandes sabios de la antigüedad:
“Todo es perfecto en el Universo”; tal como nos han enseñado los grandes
maestros en toda la historia: “No hay errores, no hay culpas, todo es una
cuestión de aprendizajes”.
Para terminar, no nos es posible comprender lo que verdaderamente es la
vida, pero si podemos intentar comprender que si el Universo es perfecto lo que
nos sucede también, aunque nos parezca incomprensible, y eso es absolutamente
lógico cuando solo basamos nuestra existencia en sólo una pequeñísima parte,
aunque, repito, para nosotros lo sea todo.
APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO Por Ruth Ross
UNA NUEVA PERSPECTIVA (N° 133)
¡Que movidita querid@s herman@s! ¡Hacia donde uno mira ve que se vienen
grandes y totales transformaciones! Ello sucede en cada individuo en
particular, en cada pedacito de tierra, en cada familia, pueblo, ciudad, país;
en la totalidad de nuestra amada Gaia y, por qué no decirlo, también a nivel
Universal.
Las vendas se van desprendiendo una a una de nuestros ojos y podemos
observar la verdadera cara de todas y cada una de las personas. Por supuesto
que en algunos casos eso conlleva un dolor bastante profundo, como cuando
alguien descubre que el verdadero rostro de aquel individuo en quien confiaba,
era uno totalmente opuesto al que hubiera imaginado.
Aquellos seres que manejan el control desde el poder insisten
infructuosamente en seguir mostrando su sonrisa, creyendo que aún continúan
escondiendo sus verdaderas y oscuras intenciones, pero, afortunadamente, una
gran cantidad de seres humanos ya está perfectamente despierto como para
reconocer la mentira y ser artífices de la gran masa de hermanos de la luz
mundial que seguirá trabajando en esta asistencia planetaria para el generar un
aún mayor quite de máscaras.
La verdad se manifiesta tan rápido que no da tiempo a nada. Es un
momento en el cual, todo lo que creíamos que sería es modificado sin causa ni
razón aparente, y los caminos que uno creía que tenía que seguir, se cambian,
se bifurcan o se borran haciéndonos aparecer otros caminos que quizás nunca
antes hubiéramos soñado.
Hace tiempo que desde aquí te vengo hablando de mantenerte en tu
centro. Y hoy te lo reafirmo. Cada ser en estos tiempos está siendo sacudido
tan hondamente tanto en su físico como en sus emociones, que los vaivenes
energéticos y emocionales nos voltearían si no mantenemos nuestro trabajo
espiritual en forma constante.
En mi caso en particular, estoy viviendo un proceso que toca todas las
fibras de mi ser. Estoy logrando trascender el espacio, el tiempo y las
dimensiones, para encontrarme con mi mamá, quien partió hace ya tres años. Y
puedo escucharla, aprendo de ella y siento su cálido abrazo. Siento su
presencia junto a mí, y sé que está a mi lado en este, mi crecimiento
evolutivo. Durante su estancia en la Tierra, nuestra relación no fue por cierto de las mejores. Hace muchos años logre
perdonarla y perdonarme, pero ahora he aprendido a ver mucho más profundo,
comprendiendo las realidades de mis padres, abuelos, bisabuelos, etc. Y puedo asegurarte que eso me ayudó a
expandir mucho más la consciencia, a entender las razones de los ¿para qué? de
cada uno de los instantes de mi vida. Y logro ver aún con mayor claridad y
profundidad el rompecabezas de mi actual existencia terrestre.
Siento una fiesta personal, un regocijo, una alegría inmensa y plena
por poder ver este lapso de tiempo que trae esta encarnación, desde una nueva
perspectiva. Entendiendo y procesando todo con la comprensión más profunda que
uno pudiera tener. Y hoy veo y agradezco a toda la familia terrestre que elegí
con antelación a mi llegada a la Tierra por haber obtenido de ellos exactamente
lo que vine a buscar para mi crecimiento personal. Sin su ayuda en mi vida,
tanto estando encarnados, como ahora que están junto a mi desde el otro lado
del velo, y sin la asistencia de mi amado Ser Superior y de mis amados Seres de
Luz, no sería esta que hoy soy.
Si puedo decirte algo para estos tiempos, y es que trates de sobrevolar
tu historia, despojándote de tus emociones y tratando de mirar todo a la
distancia, viendo con profundidad y siendo objetiv@. Nada en tu vida ha sido
librado al azar. Todo ha estado en ti y para ti, para cumplir un gran propósito
divino, para traerte una enseñanza, y al lograr recorrer despojad@ de cualquier
tipo de emoción cada minuto de tu existencia terrestre, lograrás empezar a
sanar realmente todo tu pasado para vivir un presente pleno, encaminándote
hacia un gran futuro en felicidad y evolución.
Recuerda que aún los momentos más duros y difíciles que te hayan tocado
vivir, los has pedido vos mism@ en el temario que tenías que cursar en esta vida,
y que aquel que te hizo sufrir, sea cual sea el motivo, lo ha hecho para cumplir
un rol en tu cadena de aprendizajes, y ha sido para que aprendieras a trascender
ese contexto que la vida te presentaba en el camino y no para quedarte atad@
por siempre a esa experiencia. ¡Namasté!
PENSAMIENTOS DE BERNARDO KLIKSBERG (N° 133)
Bernardo Kliksberg es un Doctor en Ciencias Económicas,
Asesor Internacional, científico social, reconocido mundialmente como fundador
de una nueva disciplina, la Gerencia Social
“Gracias a Dios los seres humanos nacieron para la ética,
nacieron con un conflicto ético permanente, con la necesidad de tener su
consciencia en paz, y eso no se lo pueden extirpar”.
“Noruega es número uno en el mundo en los últimos seis años
en la tabla de desarrollo humano de la ONU y tiene la mayor esperanza de vida
del planeta. La distancia entre el más rico y el más pobre es de seis veces; en
América Latina es de 50. En esa sociedad, como en todas las sociedades
nórdicas, la ética está presente en la economía todos los días”.
“Hay que tratar a los consumidores con juego limpio,
productos de buena calidad, precios razonables, productos razonables, buen
trato del personal, empresas amigables con el medio ambiente”.
“Debe haber ética en la política. El Antiguo Testamento dice
categóricamente que el fin no justifica los medios”.
“El Banco Mundial acaba de publicar un trabajo en el que
dice incluso que el modelo ha alcanzar no es un modelo de crecimiento con
equidad sino un modelo de crecimiento con construcción de equidad en todo el
camino, porque sin esta el modelo está dejando de lado a una parte de la
población, tanto en su capacidad de trabajo como en su capacidad potencial de
consumo. La equidad no se consigue por decreto, sino dándoles a todos
posibilidades educativas, de salud, agua potable, infraestructura de
saneamiento, calificando la mano de obra. La desigualdad es una traba fenomenal
para el crecimiento económico”.
“Algo no funciona bien. América Latina produce alimentos
para tres veces su población y tiene 53 millones de desnutridos”.
“Está prohibido ser insensible frente al sufrimiento ajeno,
no es una opción”.
NIÑOS ÍNDIGO (N° 133)
“ANTE EL MUNDO HAY SÓLO DOS ACTITUDES: MIEDO O AMOR”
Entrevista a Elsa Punset por Victor Amela
(De: www.cambiemoslaeducacion.wordpress.com)
Soy hija del 'baby boom' de los 60. Nací en Londres, me crié en EE.UU.,
Haití, Madrid… y vivo en Londres. Tengo dos hijas pequeñas. Máster en
Humanidades por Oxford, me dedico a la
pedagogía de la gestión emocional. Soy adogmática. Me permito sentir el
misterio.
¿Vivió en Haití?
Siendo niña, sí. Por eso sé que en Europa vivimos de espaldas a los
riesgos que allí amenazan las vidas: allí viven intensamente, aquí vivimos
anestesiados.
Pues bendita anestesia.
Pero pagamos un precio: aquí la vida no late. Y, aburridos, llegamos a
deprimirnos. Y nos afanamos en distraernos.
¿Y qué propone?
Adiestrémonos en gestión emocional. La ciencia demuestra que todo
–hasta un pensamiento– arranca de una emoción: ¡somos animales más emocionales
que racionales!
Pobre Descartes, qué viejo se
queda…
Sí, pero ¡en las escuelas todavía no enseñamos a nuestros niños a
gestionar sus emociones! ¡Qué atraso!: hacerlo reportaría fabulosas bendiciones
para ellos y la humanidad.
¿Se puede enseñar a sentir?
Nos enseñan a desconfiar, recelar, sospechar, despreciar, odiar… ¡Que
nos enseñen a amar! Nos enseñan que el mundo es peligroso, pudiendo enseñarnos
que es fabuloso.
¿Lo es?
Hay sólo dos modos de relacionarse con el mundo: desde el miedo o desde
el amor. Sentir curiosidad por el mundo es amarlo, es lo mismo. ¡Es lo que sienten
los niños pequeños! Esa inocencia radical, ese amor, curiosidad… es lo que
luego nos enseñan a perder.
¿Por qué hacemos eso?
La educación aún premia las emociones defensivas ante el mundo, en
lugar de premiar las
emociones amorosas hacia el mundo.
Será por algo, ¿no?
Porque seguimos anclados en lo que hace 100.000 años resultó útil para
sobre-vivir en entornos cuajados de peligros: herramientas –miedo, angustia,
tristeza, ira…– que hoy quedan anticuadas y son ya un lastre.
¿Recibió usted de sus padres la educación correcta?
Me dieron las dos cosas que hoy se sabe que son los dos puntales de la
felicidad.
¡Dígamelas, por favor!
Una: afecto. Dos: sentido de control sobre tu vida.
Explíqueme esto.
Recibir afecto en la infancia infunde confianza y seguridad ante el
mundo.
Estudios sobre resiliencia –capacidad para remontar tremendos reveses–
demuestran que niños tratados horriblemente que se agarraron a una mirada amorosa…
pudieron remontar.
Puntal uno: amor. Puntal dos…
Soberanía sobre tu vida. Mis padres jamás hablaron de “la suerte”, sólo
de cómo actuar: eso te enseña a ser el piloto de tu vida.
¿Qué emociones premia usted al educar a sus hijas?
Las ayudo a identificar cada una de sus emociones: así entienden qué
está pasándoles.
¿Hay emociones positivas y negativas?
No. Hay emociones útiles e inútiles. Si un día están tristes, las
entreno a no temer a la tristeza y a saber qué está mostrándoles.
¿Y qué muestra la tristeza?
El temor por una pérdida: por una ausencia, una carencia, porque algo
termina… Si comprendes eso, ¡lo llevas mejor! Si no, esa tristeza puede
agobiarte, angustiarte… y hasta llevarte a
medicarte sin necesidad. Eso se hace mucho por aquí. Porque no
escuchamos lo bastante las voces de nuestras emociones. Habitúate a escucharlas
y entenderás tus pasiones. Y una vida con pasión y sentido es más feliz.
¿Cómo puedo descubrir mi sentido?
Al levantarte, cuestiónate: “¿Qué me hace hoy levantarme?”. El
psicólogo Viktor Frankl lo planteó más crudamente: “¿Qué impide que hoy me
suicide?”. Lo que se esconde tras la respuesta es tu sentido.
¿Y luego?
Aliméntalo. De lo contrario, podrías matarlo de hambre. Hazte regalos
emocionales. Quizá sea apuntarte a una clase de baile… ¡Siembra tu vida de
pequeños cambios!
¿Eso me hará más feliz?
Conozco un estudio hecho sobre 5.000 personas: un 10% declararon ser
felices. Pues bien, se observó que esas 500 personas habían seguido un patrón
común…
¿Cuál? Cuente.
Se habían marcado una meta. La habían puesto por escrito (o se la
habían contado a conocidos), en una especie de compromiso público. Habían
establecido metas volantes, etapas menores en el camino hacia su gran objetivo.
Y cada vez que alcanzaban una meta volante, se gratificaban con algo.
Tomo nota.
Un amigo mío indio me dijo: “A vosotros os entierran a los 80 años,
pero os morís a los 20”. Me hizo pensar… Hoy sabemos que nuestro cerebro es muy
plástico: ¡podemos reinventarnos cada día durante 80 años! No lo hacemos.
¡Atrevámonos, pues es posible!
Excitante: reinventarte cada día.
Abrámonos a la realidad…, que incluye el misterio. Darle la espalda a
lo inconsciente y a lo misterioso nos priva del 80% de la realidad, ¡la
convierte en plana y aburrida!
¿Cómo aconseja mirar la realidad?
La ciencia nos habla de lo que sabe, pero no puede hablarnos de lo que
no sabe. No prescindas de todo eso.
¡Permítete inventar preguntas y soñar respuestas! Es esa capacidad de
inventar y soñar (y no sólo la de analizar) la que nos hace plenamente humanos.
Gracias, maestra.
¡Los maestros son los niños! Ellos nacen libres, con esa inocencia
radical abierta al misterio, a la confianza en la vida y al amor al mundo. Si
la conservásemos…,seríamos siempre creativos y felices!
CONMOVEDORA CARTA... (N° 133)
CONMOVEDORA CARTA DE UN JOVEN GAY A SUS SUEGROS
YA QUE ELLOS NO IRÁN A SU BODA (De: la100.cienradios.com)
seguramente no estarías de acuerdo en que Russ tuviera otras mujeres
como concubinas o en que tuvieras que casarte con su hermano en caso de fallecimiento
de tu marido. Y estoy bastante seguro de que Carolyn no sería repudiada, ni
desterrada ni condenada a muerte por divorciarse de su marido y casarse con
otro.
YA QUE ELLOS NO IRÁN A SU BODA (De: la100.cienradios.com)
Ellos decidieron no ir a la boda de su hijo y su novio, entonces el yerno
decidió escribirles una emotiva carta que rápidamente se viralizó en redes.
La respuesta de este hombre a sus suegros por no asistir a su
casamiento ya que era una boda “gay”
Se llama James Y., o al menos ese es el seudónimo que utiliza en las
redes sociales para expresarse.
Recientemente publicó un artículo en el Huffington Post que dio la
vuelta al mundo; el mismo apareció en la edición en inglés y luego fue
traducido para la edición en castellano.
¿Por qué? Porque a corazón abierto les habla a sus futuros suegros, ya
que ellos avisaron que no asistirán a la boda de él y su hijo. El texto es un
llamado a la reflexión y al debate sobre el matrimonio igualitario.
“La noche que reservamos el lugar donde celebraríamos nuestra boda, la
madre de mi prometido llamó en estado de pánico porque había olvidado mandar
por correo el regalo que habían comprado para mi cumpleaños. Después de unos
minutos de charla, llegó el momento de agarrar el toro por los cuernos:
¿vendrían a la boda?
La dolorosa conversación que tuvimos puede resumirse en que no vendrían
porque ellos “respetan la Biblia”. Días más tarde llegó la carta de cumpleaños,
con una tarjeta de felicitación que decía “Con amor, de Russ & Pat”. Cada
mota de purpurina que salió del sobre se burlaba de nosotros.
Durante diecisiete años habían construido una convincente fachada de
aceptación. Por mi parte, hacía ya tiempo que me había comprendido con dolor
que cuando decían que rezaban “por
nosotros”, no lo hacían precisamente para que no tuviéramos un accidente
con el coche, ni para que Tim y su hermano hicieran las paces. Nunca lo habían
dicho en voz alta, pero la mentalidad de “ama al pecador, odia el pecado”
resultaba obvia. Razón por la que el regalo y la tarjeta terminaron en un sobre
acompañados de la siguiente carta:
20 de julio de 2015
Queridos Russ & Pat:
Por favor, leed esta carta hasta el final. Os escribo no para atacaros
o para menospreciar vuestras creencias. Sin embargo, sí me gustaría plantearos
el reto de examinar con detenimiento las acciones que habéis tomado en nombre
de esas creencias. Por favor, atended a lo que os digo. Para mí es importante
que entendáis lo sucedido. Mi único deseo es poder haceros unas preguntas
verdaderamente difíciles y suplicaros que las tengáis en cuenta antes de
ignorar por completo esta carta.
Lo primero, muchas gracias por la tarjeta de cumpleaños y la carta de
felicitación; la intención era buena, pero ojalá nos hubiera parecido sincera.
Si no por mí, al menos por vuestro hijo, Tim. Sé bien que le queréis (y que, de
hecho, nos queréis a los dos) de la mejor forma que sabéis. También sé que toda
una vida de adoctrinamiento hace difícil la reconciliación con otras verdades
contradictorias y mucho más difícil aún admitir que las creencias de uno son,
al menos en parte, erradas.
Pero resulta descorazonador que ni siquiera hagáis el intento de
comprender que el amor que sentís por vuestra propia sangre debería prevalecer
sobre unos textos religiosos escritos hace miles de años en una época en la que
la esclavitud era el statu quo, las mujeres eran un objeto y comer cerdo o
marisco estaba castigado con la muerte o el destierro. Nadie puede considerar
al pie de la letra cada uno de los postulados bíblicos como si fueran leyes.
Podéis protestar si queréis, pero todos conocemos, aunque sólo sea en parte, la
verdad de este hecho.
Russ, probablemente nunca rehuirías de tu mujer durante cierto periodo
del mes por considerarla impura hasta el punto de ni siquiera compartir con
ella los mismos utensilios de la casa. Pat,
Así que, ¿por qué aceptáis como leyes y verdades irrefutables las seis
referencias fugaces a los homosexuales en el Antiguo y el Nuevo Testamento?
¿Por qué no os planteáis al menos la posibilidad de que la forma en que las
Escrituras en relación a este asunto en concreto –como en tantos otros temas ya superados como la esclavitud,
el machismo, la repulsa del mestizaje– pudiera estar equivocada y contaminada
por prejuicios arcaicos, disfrazados de la falacia insidiosa de “ama al pecador
pero odia al pecado”? Ser gay no es una opción. No es una clase de adicción o
enfermedad que pueda ser curada.
Es una característica innata e inmutable. Rezar con la esperanza de que
la orientación sexual de una persona cambie tiene el mismo éxito que rezar para
que un tomate se convierta en un ladrillo.
Creedme. Yo mismo he desperdiciado varios años de mi juventud
intentando cambiar porque las personas que yo amaba y respetaba esperaban que
así lo hiciera. No quería tener que enfrentarme a lo que por aquel entonces me
parecía una eternidad de ostracismo y odio y soledad. Lo intenté una y otra
vez. No lo conseguí. Y me llevó mucho tiempo darme cuenta de que ese miserable
destino no era la consecuencia de ser gay, sino que era precisamente lo que me
esperaba si continuaba odiándome por ser quien soy. Por fin, conseguí entender
que ser gay es un rasgo innato, como lo son la altura o el color del pelo.
Después de todo, si no fuera algo natural, ¿no creéis que después de siglos de
denodados esfuerzos por su erradicación de la especie humana, habría muestras
de al menos un modesto éxito? Pero aquí seguimos.
Los gays como vuestro hijo y yo mismo no podríamos volvernos
heterosexuales por voluntad propia, igual que vosotros no podríais cambiar de
color de ojos. Y al igual que tener un color de ojos que nadie más comparte,
ser gay es también uno de los infinitos rasgos naturales y sanos del ser
humano. Nacimos gays y algún día, en un futuro lejano, moriremos gays. Al igual
que vosotros moriréis con el mismo color de ojos con el que nacisteis. Son
hechos biológicos y neuropsicológicos. Por tanto, cuando “odiáis el pecado” en
este caso, de hecho también estáis odiando al “pecador”.
La única opción que tenemos al respecto es cómo elegimos reaccionar
ante una manifestación perfectamente natural de la vida humana. Al principio,
mi madre no podía aceptarlo. Como vosotros, había sido educada en la creencia
de que los homosexuales, como vuestro hijo y yo, son unos monstruos depravados
y lascivos. Cuando no me quedó más remedio que salir del armario, a mi madre se
le planteó el dilema de, o bien creer en lo que otros le habían contado o
confiar en lo que le contaban sus propios ojos, su corazón, su mente y su alma.
Por fortuna, tras dos años enfrentándose con dificultad a sus propios
sentimientos con una sinceridad brutal, consiguió
aceptarme incondicionalmente.
Por eso a vosotros os otorgaba el beneficio de la duda. La experiencia me ha
enseñado que cuando las personas rechazan el miedo y se abren al amor, el
cambio es siempre a mejor.
Vuestro cariñoso comportamiento y vuestras muestras de amor hacia
nosotros durante las últimas dos décadas me habían hecho mantener la esperanza
de que nos reconocíais como una pareja comprometida, merecedores del mismo
respeto y dignidad de otras parejas casadas, como el hermano de Tim y su
esposa.
Nuestro matrimonio no se ha demorado por falta de ganas. De haber
podido casarnos cuando queríamos, ahora estaríamos celebrando nuestro 15.º
aniversario de boda y no planificando esta ceremonia cuando hace ya diecisiete
años que nos conocimos y enamoramos.
Así que lo admito, cuando Tim os llamó para
preguntar si asistiríais a nuestra boda y le respondisteis que ni siquiera
consideraríais estar presentes porque “es que no resultaría cómodo”…
para mí fue (y lo sigue siendo) una respuesta tan decepcionante como triste.
Sólo mirad a vuestro hijo. Tan sólo hay que mirarlo de verdad. Es una
persona cariñosa, comprensiva, generosa de espíritu, sincera, creativa,
ingeniosa, servicial y prodigiosa en tantísimos aspectos.
Y es inconcebible que no os dignéis a celebrar esta ocasión con él y a
quererle sin reservas como yo lo hago. En vez de eso, os centráis en una faceta
suya y lo condenáis porque otros os han dicho que es un rasgo detestable y
anormal. Puede que no lo demuestre, pero está profundamente apenado, porque
durante los últimos veinte años le habéis hecho sentir que le estabais
aceptando progresivamente y ahora todo parece una montaña de mentiras. Y esta
es una impresión que no puedo menos que compartir.
Espero que este no sea el caso. El optimista eterno dentro de mí confía
en que vuestro amor por él sea verdaderamente incondicional. Confío en que sea
una simple aunque desafortunada cuestión de que las contradicciones con vuestra
fe son tales que no estáis seguros de cómo proceder o qué sentir ante una situación
así. Confío también en que, a pesar de ello, terminéis por decantaros por el
amor en vez del miedo.
Pero el realista que también vive en mí teme lo contrario. En lo más
profundo de mí ser, me inquieta la posibilidad de que hayáis escogido interpretar
vuestra fe de la forma que os han inculcado en vez de permitiros amar a vuestro
hijo por completo y tal y como es. La única consecuencia este comportamiento es
un dolor lacerante para todos los que nos rodean.
Por favor, demostrad al realista dentro de mí que está equivocado. Os
estáis perdiendo lo que podría ser una relación maravillosa con vuestro hijo y
lo único que estáis consiguiendo son incómodas y breves conversaciones en las
que ocultáis vuestra incómoda verdad, en un intento desesperado de mantenerlo
en vuestra vida. Vosotros podéis hacerlo mejor, podéis hacer que sea real, que
sea sincero, que sea amor sin reservas. Vosotros queréis celebrar el regalo de
vuestro hijo tanto como yo, no esconderlo como si fuera algún sucio secreto.
Por otro lado, no queremos destruir el matrimonio ni redefinirlo.
Queremos ser parte de su elevada condición. Queremos anunciar ante el mundo
nuestros votos de amor y fidelidad mutuos, exclusivos del uno hacia el otro.
Puede que os sintáis incómodos con ello, puede que incluso aborrezcáis la idea
en sí misma. Pero es un hecho. Ahora que podemos hacerlo legalmente, nos
casaremos este otoño. Ojalá hubierais elegido estar ahí para participar del
festejo junto a
nosotros y a todos aquellos que consideramos nuestros seres queridos.
Pero la oportunidad ya ha pasado. El daño está hecho y me temo que no
hay vuelta atrás. Al margen de vuestros motivos, justificaciones o los futuros
intentos de reconciliación, el hecho es que habéis dado prioridad a las palabras
de un libro antiquísimo y al veneno que escupen los predicadores por encima del
amor por vuestro propio hijo.
Por esta razón, me veo obligado a devolveros vuestra carta y vuestro
regalo; es que no me siento cómodo conservándolos.
Con mi sincero amor y respeto,
James”.
LA MADRE LOCA (N° 133)
(Cuento de la tradición africana)
Hace mucho, mucho tiempo, vivían en una aldea dos mujeres
jóvenes que no habían tenido la suerte de tener ni hijos, ni hijas. Había un
dicho según el cual "una mujer sin hijos era una fuente de desgracias para
la aldea".
Un día, una señora vieja golpeó a su puerta para pedir
comida. Las mujeres jóvenes la recibieron con mucha amabilidad y le dieron de comer
y ropa para vestirse. Después de comer y
extrañada por el silencio y la ausencia de voces infantiles, la anciana les
pregunto:
- ¿Dónde están vuestros hijos?
- Nosotras no tenemos hijos, ni hijas y por eso, para no
causar desgracias a la aldea nos pasamos el día fuera del pueblo.
Entonces, les dice la señora:
- Yo tengo una medicina para tener hijos, pero después de
haber dado a luz, la madre se vuelve loca.
Una de la mujeres le contestó que aunque enfermase ella
sería feliz por haber dejado un niño o una niña en la tierra. En cambio, la
segunda le dijo que no quería enloquecer por un hijo.
La señora vieja dio la medicina solo a la que se lo pidió.
Después, algunos años más tarde la señora vieja regresó al
pueblo y se encontró a las dos mujeres jóvenes. La que no había tomado su
medicina le dijo: "Tu nos dijiste que quien tomara la medicina se volvería
loca, pero mi hermana la tomó, tuvo una hija y no enfermó"
Y la anciana le respondió: "Volverse loca no quiere
decir que se convertiría en una persona que anduviera rasgándose las ropas o
que pasara todo el día mirando a las nubes como si paseara por el aire; lo que
yo quise decir es que una mujer que da a luz un niño o una niña estará obligada
a gritar todo el tiempo, para a continuación no parar de reír, llorará por la
criatura, le pegará, le amará… Eso es él ser madre y volverse loca.
martes, 27 de octubre de 2015
APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO Por Ruth Ross
SANANDO NUESTROS PROPIOS FANTASMAS (N° 132)
Corre tan vertiginosamente el tiempo, que los procesos a los que cada
uno de nosotros va siendo sometido cambian casi en un abrir y cerrar de ojos.
En el día de mi ayer real, al momento de escribir estas líneas, justamente
hablaba de eso con Laura, una hermana del camino. Con respecto a eso, le decía
que últimamente escribo mi columna sobre sucesos energéticos vibracionales que
me tocan pasar para mi propio aprendizaje, y que ya cuando la revista va a la
imprenta, esos acontecimientos fueron transformados para dar lugar a nuevos
aprendizajes, mucho más aún al momento en que nuestra revista llega a tus manos
o encuentras la nota en el blog de internet.
De todos modos, siento que todo sirve. Y que aquello que yo viví en
algún período, puede ser tu aquí y ahora, por lo que sé que sigue siendo un
referente para que veas que en estas épocas, todos estamos jugando el mismo
juego.
Así que acá va lo que escribí para compartir contigo: “Si por esas
casualidades, en esta etapa de tu vida te enfrentás a alguna de esas imágenes
de vos mism@ que creías olvidada, sanada o evolucionada. En lugar de
deprimirte, enfermarte o quedarte preguntándote ¿por qué otra vez?, ponte tu
mejor traje de guerrer@ de la luz y comienza a trabajar para sanar.
Los procesos a los cuales nos somete nuestro Ser para evolucionar, son
en muchos casos un desafío para nuestro crecimiento, para ver si estamos tan
sólidos como creemos, si realmente tenemos todo tan claro, y la materia
realmente aprobada con un diez. En estos tiempos no hay medias tintas. Si en la
vida por un examen recibiste un 6; un 7; un 8; o un 9 no interesa ya… La
evolución pide PERFECCIÓN y solo perfección. Se nos está pidiendo brillar con nuestro más grande diez.
Se nos pide que podamos reconocer esa imagen nuestra que nos muestra el
reflejo de nuestra sombra. Esa imagen fantasmagórica que creíamos haber
perdido. Que tomemos en nuestra diestra la espada del Arcángel Miguel y que nos
apresuremos a atravesarla, sin miedo, desde el amor más profundo que podamos
tenernos a nosotros mismos, a todos los que nos rodean, a nuestra Gaia y a
nuestra Humanidad. Se nos pide que logremos soltar por completo cualquier
vestigio de dolor pasado, odio, rencor, mentira, injusticia, autoestima baja…
Que podamos cortar con todo ello desde el amor más profundo e incondicional y
que logremos elevar todas esas emociones que aún estaban molestándonos cual
piedra atada en nuestros pies que no nos deja tomar vuelo. Es el momento de
trabajar intensamente y en silencio, en nosotros mismos. Perdonándonos y
perdonando desde lo más profundo de nuestro ser. Solo así llegará la sanación
de los viejos fantasmas conocidos. Solo así llegarán la liberación y la
ascensión. Solo así la piedra que estaba atada en nuestros pies impidiendo
nuestro avance hacia arriba se soltará dejándonos elevar rápidamente,
ascendiendo cada vez más.
Son momentos de recordar que todo fantasma viene a mostrarnos aquello
que teníamos escondido pero que necesitaba salir a la luz para que lo veamos,
lo reconozcamos y nos hagamos cargo de dar por terminado el ciclo con una real
muestra de amor, perdón y sanación. Para ello es necesario que nos abracemos
con cada parte de nosotros, aún aquellas que nos disgusta encontrar de manera
consciente, y les pidamos que nos enseñen a reconciliarnos, a perdonarnos, a
perdonar y a amarnos, amando cada parte nuestra por sobre todas las cosas como
una bendición divina de nuestro crecimiento.
El recordar que todo lo que hemos vivido, vivimos y viviremos en esta encarnación
ha sido
totalmente pautado por nosotros desde aún antes de encarnar, sirve para
que este proceso sea más liviano teniendo la entrega y la comprensión para traer finalmente la paz
profunda a nuestros corazones”.
Namaste
EL MARAVILLOSO DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA Por Sergio Lipp
¿Y LA AUTO-LIMITACIÓN? (N° 132)
Gracias a Dios que tenemos absoluta libertad. La valoro enormemente
porque a mí, como a tantos otros, nos tocó vivir en diferentes épocas en donde
la libertad estaba restringida, donde nos querían imponer que era lo que estaba
bien y que era lo que no lo estaba. Pero para ejercer la libertad, ante todo se
debe tener consciencia y por sobre todo, tener muy en cuenta una palabra mágica
que se aplica a todos los derechos que podamos llegar a imaginar, y que es
R.E.S.P.O.N.S.A.B.I.L.I.D.A.D.
No está bien que porque tengamos mucha libertad no nos impongamos
límites. Porque los límites hacen a los derechos, por ello, la famosa frase que
dice que los derechos de uno terminan a donde comienzan los de los otros. Y parecería
que vivimos en una competencia de quien estira más los límites (que por supuesto
son flexibles y dependen de quien los ejerce), creando una diversidad de pseudo
enfermedades sociales como por ejemplo la de los “Transgresores de límites”. Y
nada puede funcionar en la vida si no nos ponemos límites. No podemos actuar
como adolescentes, sobre todo cuando ya no lo somos.
Parecería por ejemplo que porque muchas cosas son gratis, como las
redes sociales e internet, muchas personas se creen con la obligación de
opinar... y opinar... y opinar, aun cuando no tengan ni la menor idea de lo que
se trata, menos aún tener una opinión formada de algo.
El hecho es opinar por opinar y otros, en igual medida les contestan, y
así pasan su tiempo indefinidamente creando lo que para mí es otra pseudo
enfermedad que di en llamar
“Opinología”.
¡Si se pudieran dar cuenta del derroche de energía que hacen! ¡De como
malgastan su tiempo! ¡Si pudieran comprender que los grandes hombres siempre
nos han enseñado y nos enseñan que si no tenemos nada interesante para decir,
no hay nada mejor que el silencio!
Y qué decir de otra enfermedad moderna, la “Telefonía dependencia”, por
la cual el teléfono móvil ha pasado a ocupar el lugar de un hijo electrónico. Y
es así como al ir a una confitería, restaurante o cualquier otro lugar público
se puede observar claramente como el teléfono se ubica siempre al lado de la
persona y si suena de alguna manera, sea un sms, un aviso de llegada de algo de
facebook, un WhatsApp o de cualquier otra aplicación, la mayoría de las
personas dejan automáticamente lo que están haciendo, parando de conversar o lo
que sea, y van presurosos a ver lo que les avisa el teléfono, pasando a ser eso
algo irresistible, y lo peor de todo es que casi instantáneamente contestan
olvidándose por completo de lo que estaban haciendo. Y así se produce un
extraño fenómeno de estos tiempos: LA INCOMUNICACIÓN DE LA COMUNICACIÓN. Todo
se podría solucionar muy rápidamente tan solo si nos auto limitáramos, si cada
cosa tuviera su espacio, su momento y su adecuada atención. Y si tomáramos
verdadera consciencia de cómo son las cosas en verdad. ¿Se imaginan ir a un
restaurante libre, y porque es libre quedarse cinco horas comiendo hasta
reventar? ¿O uno debe comer hasta llenarse? ¿Se imaginan respirar el doble
porque el aire es gratis?
Todo en la vida se basa en una toma de consciencia personal. De la
misma manera que uno no mata, roba, estafa o viola porque está penado en el
Código Penal, sino porque uno tiene
consciencia de que no lo debe
hacer.
Algún día llegará en el cual evolucionemos de tal forma en la que ni
siquiera va a ser necesario que existan reglas escritas que nos impongan
límites por la fuerza, porque nosotros actuaremos de acuerdo a nuestra propia
sabiduría y entonces todo lo demás no hará falta.
Pero para ello falta, por lo cual, por ahora, pongámonos límites, por
favor.
SOY DE LA MADRE TIERRA (N° 132)
Por Arnaldo Quispe (Takiruna)
Soy de la madre tierra cuando participo
del misterio del amor y cuando dejo que este en su estado de pureza sea quién
gobierne mis pasos.
Soy de la madre tierra cuando ayudo al
desamparado, cuando doy de mí como símbolo de reciprocidad, cuando mi compasión
es incondicional.
Soy de la madre tierra cuando respeto al
gran espíritu que mora en cada género de cosa, cuando reafirmo su inteligencia
esencial.
Soy de la madre tierra cuando valoro lo
que soy y doy gracias por cada facultad asignada sin mayores miramientos que la
paz.
Soy de la madre tierra cuando voy en
correspondencia con los elementos de mi cuerpo, siendo éste hecho a su imagen y
semejanza.
Soy de la madre tierra cuando respeto la
vida de mis hermanos los árboles y permito que ellos completen sus ciclos de
vida.
Soy de la madre tierra cuando mis
animales domésticos dejan de ser simples mascotas y pasan a ser mis hermanos
espirituales.
Soy de la madre tierra cuando adopto
huertos, plantas o flores creando en mi propia casa un sentido de armonía con
la naturaleza.
Soy de la madre tierra cuando me honro en
dar ejemplo de sostenibilidad, depositando todo objeto usado o inservible donde
corresponda.
Soy de la madre tierra cuando uso de modo
responsable los recursos energéticos disponibles, ahorrándolos al máximo por el
bien común.
Soy de la madre tierra cuando reciclo
todo lo que uso, haciendo que toda producción humana se reutilice
responsablemente.
Soy de la madre tierra cuando visito las
montañas y respeto la biodiversidad convencido que todo cuanto nos rodea tiene
vida.
INFORMES DE LA NUEVA TIERRA (N° 132)
SALT: UNA LÁMPARA QUE FUNCIONA A BASE DE AGUA Y SAL
Por Loli Rodríguez Villegas (De: www.labioguia.com)
En estos tiempos de tanta tecnología en el aire, parece raro
que todavía queden lugares en el mundo sin acceso a la red eléctrica. Sin
embargo, para muchas familias que habitan diferentes islas en Filipinas este
acceso es un lujo y viven desprovistos de este beneficio. Frente a este
panorama, tres ingenieros filipinos sintieron que no podían quedarse de brazos
cruzados y que era necesario hacer algo para enfrentar esta situación.
Esta imperante necesidad despertó el ingenio y la creatividad
de Aisa y Raphael Mijeno y de Joefrey Frias, que decidieron crear Salt, una
lámpara LED que sólo necesita un vaso de agua y dos cucharadas de sal para
funcionar y alumbrar durante ocho horas.
Salt es una lámpara pero es también una excusa para llevar
adelante un movimiento social que pretende hacer llegar la luz a lugares
inhóspitos e iluminar, literalmente, la vida de muchísimas familias que al día
de hoy viven en la penumbra. Se trata de un conjunto de voluntarios y empresas
que colaboran para llevar adelante este proyecto.
Muchas lámparas son creadas por los voluntarios y luego
donadas a diferentes familias necesitadas. Su objetivo es llegar a cada vez más
familias y lograr dar luz a todos los rincones del país.
Esta lámpara trae consigo muchos beneficios. Por un lado, es
muy accesible económicamente ya que el objetivo del movimiento es que todas las
familias filipinas puedan acceder a ella. Por otro lado, Salt es una alternativa
ecológica al uso de querosén (utilizado en muchos lugares como generador de
electricidad). A su vez, no solo permite alumbrar, sino también cargar
celulares y generar electricidad.
Por último, pero no menos importante, Salt es una alternativa
de energía completamente accesible para quienes viven en estas regiones. La
misma está preparada para que funcione a base del agua salada de los océanos,
un recurso altamente accesible en estas islas.
Por ahora, los líderes del proyecto están concentrando su
fuerza en la fabricación de lámparas y la distribución a las numerosas
comunidades de destino en Filipinas. Hasta la fecha, Salt ha ganado siete
premios internacionales, tanto por la iniciativa empresarial como por la
sustentabilidad del producto. El equipo está actualmente a la espera de
desarrollo de nuevas tecnologías en la misma línea para poder seguir
perfeccionando el invento.
CARTA A ALEJANDRO JODOROWSKY DE SU HIJO ADAN (N° 132)
Querido padre Alejandro, tu que siempre pensaste que llamar a su padre
“Papá” era un error. Que Papá y Mamá
eran las primeras palabras que podía pronunciar un bebé y que llamar a sus
padres así siendo adulto, era mantener preso a sus hijos como niños.
Escribo esta carta públicamente porque quiero que el mundo sepa que el
amor entre padre e hijo existe.
Veo en el planeta cientos de casos con padres ausentes o que no aceptan
a sus hijos como son.
Por eso hoy quiero que el mundo sepa cuál puede ser una verdadera
relación de amor y respeto. Espero le pueda servir a este planeta.
Que sirva de ejemplo para que el mundo se transforme en algo mejor y
dejen de crear guerras que son productos de rabia contenida.
Llamarte Alejandro no me quitó nada, al contrario, no te vi como una
figura emblemática, ni como un ser superior, pero si como un aliado, un ser
lleno de bondad. Llamarte Alejandro es lo más tierno y maravilloso del mundo.
Sentirme diferente de los otros niños me dio un gran sentimiento de
fuerza.
Nunca me educaste con miedo, nunca me pegaste. Me hablaste, me explicaste y te preocupaste
de enseñarme tus pensamientos dejándome libre de ser el que yo tenía que ser y
no el que tu querías que yo sea.
¿Te acuerdas? Te sentabas al lado de mí, leyendo cuentos japoneses para
iniciarme a una filosofía de vida.
Has formado mi mente para prepararme como un guerrero a recibir los
golpes de la vida, a recibir discursos estúpidos, a recibir la imbecilidad humana. Pero me enseñaste también a reconocer la
belleza dentro de la fealdad.
Me acuerdo que un día me dijiste “te voy a enseñar a pensar”. Estábamos en España, de vacaciones en una
isla. Y todas las mañanas me dabas clases para pensar.
Todo padre debería enseñar a su hijo a pensar.
Un niño no es tonto, es como una esponja, lo que le enseñas le queda
para toda la vida y lo necesita. Gracias a eso, me marcaste para siempre.
“¿Qué es Dios? ¿Qué es el Universo? ¿Cuál es nuestra finalidad en este
Universo? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy?
¿Soy un cuerpo con alma o un alma con un cuerpo? Tu verdad es una verdad
pero no la verdad…”
Me enseñaste a hablar como un ser consciente y delicado.
Cuando era niño me hablabas suavemente, como adulto y no me
infantilizabas con voz de dibujo animado. Los padres suelen hablar a sus hijos
como si fuesen muñecos, pero tú, me hablaste como un ser humano.
Luego, me ensañaste a comunicar con los otros y en lugar de afirmar
algo en una conversación, me enseñaste a decir antes de empezar una frase:
“según lo que yo pienso y me puedo equivocar”.
En una pelea, en lugar de acusar al otro, me enseñaste a decir lo que
siento y qué me produce esa discusión.
Nunca me hiciste parte de tus angustias económicas, para que el dinero
no sea un peso para mí.
He vivido en un paraíso. Un niño tiene que ver la vida como un paraíso.
Lo contrario lo convierte en un ser angustiado con miedo a enfrentar su
existencia.
Cuando tenía rabia, en lugar de contenerla, me llevabas por la mano en
el jardín y me hacías destrozar una silla en mil pedazos. No puedes saber la alegría que era para mí
destrozar esa pobre silla. Yo te decía: “pero si la rompo ya no vamos a tener
silla…” Y tú me decías que no importaba, que ibas a comprar otra.
Para ti lo material no tenía ninguna importancia, ningún valor. El único valor que veías estaba en el ser
humano.
En lugar de reprimir mi creatividad, me comprabas pinceles para que
pueda pintar en las paredes de mi cuarto.
Nunca me prohibiste nada.
Cuando hacía un error, hablábamos sobre él y lo arreglábamos.
Confiabas en mí, en mis propios límites que me imponía a mí mismo.
Podía hacer y preguntar de todo. Era un niño y se hablaba abiertamente
de sexo, sin que la moral religiosa nos haga creer que es algo insano.
Y es cierto, todo lo que te pedí y me diste en la infancia, me sirvió.
Absolutamente todo.
No pusiste ningún límite a mi creatividad. Me enseñaste a meditar, me
pasaste libros.
Aunque tú y mi madre se separaron cuando yo tenía 8 años, nunca me
hablaste mal de ella. No intentaste destruir mi mirada de amor hacia ella.
Creaste entre mis hermanos y yo una relación de amor. Sin competencia. Queriendo a cada uno de
manera diferente.
Me ensañaste a pensar, a creer que todo era posible en la vida. ¿Y
cómo?
Te voy a recordar cómo. Un día nos paseamos por las calles en Paris
buscando un par de zapatos, y hasta que no encontraba el par perfecto, no nos
íbamos a dejar vencer. Entramos en quince tiendas ese día, hasta encontrar lo
que realmente quería.
Gracias padre de mi corazón, gracias a eso hoy en día, hasta que no
esté satis-fecho con lo que estoy creando, no me dejo vencer.
Me enseñaste también que cuando no se logra algo, se puede tomar otro
camino que lleve a lo que deseas.
Cuando me tropezaba en la calle me decías “¡Samurai!” Para que cada
paso, cada mirada mía en este mundo sea consciente. El Samurai no se distrae nunca. Me siento
vivo Alejandro, tan vivo.
Nunca te vi deprimido, ¿te das cuenta?
Nunca te quejaste ni te dejaste vencer por el peso de la vida. Nunca me
hiciste parte de tus angustias.
Me enseñaste a ser alegre, a pensar que la vida era una fiesta. Me
enseñaste a no fumar cuando los adolescentes empezaban a fumar, me explicaste
que yo era un niño seguro de mí mismo, que no necesitaba un cigarro para
seducir, ser adulto o ser aceptado por los otros. Me sentía fuerte, tan fuerte.
Me enseñaste a amarme, a respetar mi templo, mi cuerpo.
Te vi escribir toda mi vida ocho horas diarias, dedicado a tu arte.
Encontraste el amor a los 75 años, conociste a Pascale, tu mujer. Y es
la historia más bella que he visto en mi vida. Me hiciste creer en la unión de
dos personas.
Ahora tengo fe en la pareja a cualquier edad.
A veces me preguntas: “¿Cómo te sientes mentalmente, corporalmente,
sexualmente, emocionalmente?”
Te comunicas con mí ser entero.
Cuando llego a tu casa, me siento frente a ti y me miras, me cuentas tu
vida, me preguntas sobre la mía e intentas que nuestros monólogos duren el
mismo tiempo.
Que la conversación sea equilibrada.
Que uno no hable más que el otro.
Te preocupas por mí sin invadir mi espacio. Pero me dices siempre que
me amas.
Todo padre tendría que decir a su hijo que lo ama.
Cuando era niño y te ibas de viaje, me llamabas todos los días, aunque
eran dos minutos. Era nuestro trato.
Sentí tu presencia. Siempre sentí que podía contar contigo. Cuando decías algo, lo cumplías y no puedes
saber lo importante que es para un niño que su padre cumpla lo que diga.
Una vez me fui de vacaciones con la escuela, y me sentí tan mal con los
niños, me sentí tan diferente a ellos que te llamé llorando. En la noche misma llegaste con tu coche. Hiciste 400 kilómetros para sacarme del
infierno. Y regresamos juntos la noche
misma. Cantando.
Decías que un niño no debe sufrir, que sus primeros años son sagrados.
Siempre olías mi pelo y mi piel diciendo que olía maravillosamente
bien.
Siempre me dijiste que iba a ser alto, que tenía talento, que era
bello, que era un príncipe.
Me acariciaste, me tocaste, me abrazaste. Fui un ser amado.
En la mañana tocaba a tu puerta y corría a acostarme al lado de ti y me
abrazabas.
Yo, la cabeza sobre tu pecho escuchando tu respiración y tu corazón
latiendo.
Luego íbamos a desayunar en frente de la casa, en un café, y me
hablabas de libros, de cine, de los descubrimientos que hacías, de las nuevas
ideas espirituales que habías pensado.
En este momento estoy llorando de emoción porque nunca me había tomado
el tiempo de decirte todo esto. Eres un padre maravilloso. Mis lágrimas corren, esas lágrimas son gotas
de amor.
Siempre me llevaste contigo en tus conferencias, en tus seminarios, te vi
hacerle bien a la gente, darles sonrisas, calmar miedos.
Hemos colaborado en teatro, en cine, en mis canciones. Qué maravilla
poder crear algo con su familia.
Cuando tenía una duda siempre estuviste presente. Tan presente que hoy
en día si ya no estuvieses a mi lado, escucharía tu voz en mi mente aconsejándome.
Te tengo marcado en mí como un tatuaje para siempre.
Me salvaste Alejandro, en este caos que es la vida, en esta locura
donde vivimos, me mostraste lo más bello.
Me alejaste de todo pensamiento burgués, de toda ilusión, de todo
pensamiento religioso, de toda moral, me ensañaste a no tener límites. Me enseñaste que soy un ser libre. Libre de la locura humana, libre de guerras,
de miedos, me enseñaste que la realidad donde vivimos no es la única realidad,
me enseñaste que mi territorio no es una casa, un país o un mundo, sino el
universo entero, el infinito.
¿Por qué me hacías pintar en las paredes de mi cuarto? Me lo he
preguntado mucho. ¿Por qué dejarme esa libertad de hacer lo que quería en mi
habitación?
Entendí que me enseñabas a crear, a liberar mi mente, vivir sin
ataduras, sin paredes. Esas paredes eran
ilusorias, invisibles y pintándolas podía pasar a través de ellas.
Me ensañaste a hablar, ni poco ni demasiado.
Me enseñaste a respetar el campo energético de los otros.
Me enseñaste a contar con las cartas del Tarot. Y me mostraste que los
símbolos son arte.
Me enseñaste que la vida es mágica y que el milagro está por todos
lados. Me enseñaste que Dios es una energía que nos acompaña, y no un ser
severo inventado por escritores.
Me abriste una cuenta en una librería y gracias a ti descubrí la
poesía. ¡La poesía! Me acuerdo que nos sentábamos todos en la mesa del comedor,
y cada uno de nosotros leía su poema.
Nunca tuviste amigos inútiles, la única gente que entró en tu casa fue
la que querías ayudar o
personas con talento. Poetas,
filósofos, cantantes, doctores, zapateros, santos, todo tipo de gente pero con
alma y contenido. Nunca perdiste tu tiempo en conversaciones vacías.
Nunca te he visto borracho ni drogado.
Solo te vi desarrollar tu mente y tu talento de forma positiva con
finalidad de cambiar el mundo y aportarle algo.
Te sentiste durante años un escritor fracasado, y mira lo que lograste.
A los sesenta años te liberaste de ese sentimiento y publicaste más de treinta
libros, hoy tienes ochenta y cinco años y eres un escritor completamente
realizado.
Todo eso por creer en ti. Qué ejemplo. ¡Cuánta gente no cree en lo que
es, buscando una salida, buscando felicidad sin ver que todo el contenido está
vibrando en ellos desde siempre!
Me hablaste de la vejez como algo bello y gracias a ti disfruto cada
año que cumplo sin temerle a la muerte.
Gracias a ti veo que todo es posible en esta vida, en cualquier
momento.
Veo el amor que tienes en tus ojos, veo el amor en ti cuando me miras,
me amaste y diste tanto que te amo sin límites.
Tú creaste este ser que te está escribiendo.
Tú creaste mi amor hacia ti.
Aplicaste perfectamente esa frase que escribiste y resultó ser
verdadera:
Lo que das te lo das, lo que no das te lo quitas.
Gracias por haberme regalado esta vida.
Tu hijo Adan que te ama.
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