Corre tan vertiginosamente el tiempo, que los procesos a los que cada
uno de nosotros va siendo sometido cambian casi en un abrir y cerrar de ojos.
En el día de mi ayer real, al momento de escribir estas líneas, justamente
hablaba de eso con Laura, una hermana del camino. Con respecto a eso, le decía
que últimamente escribo mi columna sobre sucesos energéticos vibracionales que
me tocan pasar para mi propio aprendizaje, y que ya cuando la revista va a la
imprenta, esos acontecimientos fueron transformados para dar lugar a nuevos
aprendizajes, mucho más aún al momento en que nuestra revista llega a tus manos
o encuentras la nota en el blog de internet.
De todos modos, siento que todo sirve. Y que aquello que yo viví en
algún período, puede ser tu aquí y ahora, por lo que sé que sigue siendo un
referente para que veas que en estas épocas, todos estamos jugando el mismo
juego.
Así que acá va lo que escribí para compartir contigo: “Si por esas
casualidades, en esta etapa de tu vida te enfrentás a alguna de esas imágenes
de vos mism@ que creías olvidada, sanada o evolucionada. En lugar de
deprimirte, enfermarte o quedarte preguntándote ¿por qué otra vez?, ponte tu
mejor traje de guerrer@ de la luz y comienza a trabajar para sanar.
Los procesos a los cuales nos somete nuestro Ser para evolucionar, son
en muchos casos un desafío para nuestro crecimiento, para ver si estamos tan
sólidos como creemos, si realmente tenemos todo tan claro, y la materia
realmente aprobada con un diez. En estos tiempos no hay medias tintas. Si en la
vida por un examen recibiste un 6; un 7; un 8; o un 9 no interesa ya… La
evolución pide PERFECCIÓN y solo perfección. Se nos está pidiendo brillar con nuestro más grande diez.
Se nos pide que podamos reconocer esa imagen nuestra que nos muestra el
reflejo de nuestra sombra. Esa imagen fantasmagórica que creíamos haber
perdido. Que tomemos en nuestra diestra la espada del Arcángel Miguel y que nos
apresuremos a atravesarla, sin miedo, desde el amor más profundo que podamos
tenernos a nosotros mismos, a todos los que nos rodean, a nuestra Gaia y a
nuestra Humanidad. Se nos pide que logremos soltar por completo cualquier
vestigio de dolor pasado, odio, rencor, mentira, injusticia, autoestima baja…
Que podamos cortar con todo ello desde el amor más profundo e incondicional y
que logremos elevar todas esas emociones que aún estaban molestándonos cual
piedra atada en nuestros pies que no nos deja tomar vuelo. Es el momento de
trabajar intensamente y en silencio, en nosotros mismos. Perdonándonos y
perdonando desde lo más profundo de nuestro ser. Solo así llegará la sanación
de los viejos fantasmas conocidos. Solo así llegarán la liberación y la
ascensión. Solo así la piedra que estaba atada en nuestros pies impidiendo
nuestro avance hacia arriba se soltará dejándonos elevar rápidamente,
ascendiendo cada vez más.
Son momentos de recordar que todo fantasma viene a mostrarnos aquello
que teníamos escondido pero que necesitaba salir a la luz para que lo veamos,
lo reconozcamos y nos hagamos cargo de dar por terminado el ciclo con una real
muestra de amor, perdón y sanación. Para ello es necesario que nos abracemos
con cada parte de nosotros, aún aquellas que nos disgusta encontrar de manera
consciente, y les pidamos que nos enseñen a reconciliarnos, a perdonarnos, a
perdonar y a amarnos, amando cada parte nuestra por sobre todas las cosas como
una bendición divina de nuestro crecimiento.
El recordar que todo lo que hemos vivido, vivimos y viviremos en esta encarnación
ha sido
totalmente pautado por nosotros desde aún antes de encarnar, sirve para
que este proceso sea más liviano teniendo la entrega y la comprensión para traer finalmente la paz
profunda a nuestros corazones”.
Namaste
No hay comentarios:
Publicar un comentario