¿Y LA AUTO-LIMITACIÓN? (N° 132)
Gracias a Dios que tenemos absoluta libertad. La valoro enormemente
porque a mí, como a tantos otros, nos tocó vivir en diferentes épocas en donde
la libertad estaba restringida, donde nos querían imponer que era lo que estaba
bien y que era lo que no lo estaba. Pero para ejercer la libertad, ante todo se
debe tener consciencia y por sobre todo, tener muy en cuenta una palabra mágica
que se aplica a todos los derechos que podamos llegar a imaginar, y que es
R.E.S.P.O.N.S.A.B.I.L.I.D.A.D.
No está bien que porque tengamos mucha libertad no nos impongamos
límites. Porque los límites hacen a los derechos, por ello, la famosa frase que
dice que los derechos de uno terminan a donde comienzan los de los otros. Y parecería
que vivimos en una competencia de quien estira más los límites (que por supuesto
son flexibles y dependen de quien los ejerce), creando una diversidad de pseudo
enfermedades sociales como por ejemplo la de los “Transgresores de límites”. Y
nada puede funcionar en la vida si no nos ponemos límites. No podemos actuar
como adolescentes, sobre todo cuando ya no lo somos.
Parecería por ejemplo que porque muchas cosas son gratis, como las
redes sociales e internet, muchas personas se creen con la obligación de
opinar... y opinar... y opinar, aun cuando no tengan ni la menor idea de lo que
se trata, menos aún tener una opinión formada de algo.
El hecho es opinar por opinar y otros, en igual medida les contestan, y
así pasan su tiempo indefinidamente creando lo que para mí es otra pseudo
enfermedad que di en llamar
“Opinología”.
¡Si se pudieran dar cuenta del derroche de energía que hacen! ¡De como
malgastan su tiempo! ¡Si pudieran comprender que los grandes hombres siempre
nos han enseñado y nos enseñan que si no tenemos nada interesante para decir,
no hay nada mejor que el silencio!
Y qué decir de otra enfermedad moderna, la “Telefonía dependencia”, por
la cual el teléfono móvil ha pasado a ocupar el lugar de un hijo electrónico. Y
es así como al ir a una confitería, restaurante o cualquier otro lugar público
se puede observar claramente como el teléfono se ubica siempre al lado de la
persona y si suena de alguna manera, sea un sms, un aviso de llegada de algo de
facebook, un WhatsApp o de cualquier otra aplicación, la mayoría de las
personas dejan automáticamente lo que están haciendo, parando de conversar o lo
que sea, y van presurosos a ver lo que les avisa el teléfono, pasando a ser eso
algo irresistible, y lo peor de todo es que casi instantáneamente contestan
olvidándose por completo de lo que estaban haciendo. Y así se produce un
extraño fenómeno de estos tiempos: LA INCOMUNICACIÓN DE LA COMUNICACIÓN. Todo
se podría solucionar muy rápidamente tan solo si nos auto limitáramos, si cada
cosa tuviera su espacio, su momento y su adecuada atención. Y si tomáramos
verdadera consciencia de cómo son las cosas en verdad. ¿Se imaginan ir a un
restaurante libre, y porque es libre quedarse cinco horas comiendo hasta
reventar? ¿O uno debe comer hasta llenarse? ¿Se imaginan respirar el doble
porque el aire es gratis?
Todo en la vida se basa en una toma de consciencia personal. De la
misma manera que uno no mata, roba, estafa o viola porque está penado en el
Código Penal, sino porque uno tiene
consciencia de que no lo debe
hacer.
Algún día llegará en el cual evolucionemos de tal forma en la que ni
siquiera va a ser necesario que existan reglas escritas que nos impongan
límites por la fuerza, porque nosotros actuaremos de acuerdo a nuestra propia
sabiduría y entonces todo lo demás no hará falta.
Pero para ello falta, por lo cual, por ahora, pongámonos límites, por
favor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario