Cuando seas capaz de sentir, aunque sea de a ratos, el amor
incondicional, que es el verdadero amor, el más puro que pueda existir y que no
tiene nada que ver con la manipulación, el control, los celos, las obsesiones,
la culpa, la pasión o la contraprestación.
Cuando la mayoría de tus pensamientos sean constructivos y expresen a
tu sabiduría interior.
Cuando hagas en cada momento lo mejor que puedas hacer.
Cuando seas consciente que Dios no es algo externo a vos, sino que sos
parte de él y está dentro tuyo.
Cuando te hagas cargo de que la verdad siempre está para manifestarse,
sin excepción ni acomodamiento alguno.
Cuando puedas diferenciar claramente conocimiento de sabiduría y puedas
darte cuenta que los años o el acopio de cursos y diplomas, no necesariamente
te hace sabio.
Cuando tengas la paciencia suficiente como para dejar que te baje la
solución perfecta a cada problema o circunstancia y no los resuelvas con la
lógica de tu mente.
Cuando comprendas que el único sentido de tu vida es evolucionar y que
ese es el verdadero fin de tu existencia en la Tierra, todo, pero todo lo
demás, es un medio para poder lograrlo.
Cuando descubras la diferencia entre lo que creés que sos y lo que sos
en realidad.
Cuando puedas ver claramente que sos una parte más del todo.
Cuando logres abstraerte del exterior, sin importar lo que esté
sucediendo.
Cuando asumas que nada es lo que parece.
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