domingo, 26 de octubre de 2014

APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO Por Ruth Ross


SOLO SE TRATA DE ENTREGAR (N° 120)
Sinceramente tratar de escapar a los embates energéticos y a la intensidad de la vibración que nos está afectando a todos de una u otra manera, no es la tarea más fácil de este ciclo planetario en el cual estamos inmersos. Es por ello que para sentarme a escribir esta, mi columna mensual, me demoré mucho más tiempo que el acostumbrado en otras oportunidades.
Sucede que estamos transitando un período por demás abrumador, caótico si se quiere. Cuando miramos hacia afuera encontramos el desconcierto, el miedo, el temor y por supuesto, las grandes transformaciones en cada ser que habita este hermoso planeta que es nuestra casa. Ni que hablar de lo que socialmente está ocurriendo a lo largo y a lo ancho de toda la superficie terrestre. ¡Si hasta pareciera que en algunos lugares ha vuelto la barbarie!.
Es notorio cuando uno observa en derredor, el reconocimiento de la velocidad de respuesta traída por la ley de causa y efecto. Un ejemplo de esto, lo he podido comprobar  recientemente, viendo, como  algunas de aquellas personas que aún no han despertado y permanecen en sus diferentes roles de “victimización y culpa”, pueden llegar a co - crear  futuros desastrosos para sus vidas. Una vez que hubieron plasmado  algo hermoso, que podría haberlos regocijado, que podría haberlos hecho felices, antepusieron todos los “no”, los “pero”, hicieron surgir todos los “miedos”, entonces, el mensaje enviado al Cosmos fue:  “eso hermoso no es para nosotros… mejor sigue enviándonos más de lo mismo”… y entonces, en ese pide y se te concederá, el más de lo mismo llega, tan rápidamente como un abrir y cerrar los ojos, ya que la energía que estamos recibiendo actualmente trabaja de manera tan rápida que casi no da tiempo a nada.
Lo lamentable es que aquellos que aún no se hallan alineados con esta vibración tan fuerte y poderosa, no pueden llegar a comprender que lo que están recibiendo es el efecto de la causa que ellos mismos generaron, y terminan con una mayor victimización aun diciendo frases como: “el diablo metió la cola”, sin percibir que lamentablemente, si hubieran procedido desde otro lugar, el futuro que hubieran creado para sus existencias, seguramente hubiera sido muy diferente y se hubiese generado un gran cambio para sí mismos.
Si bien te lo vengo repitiendo en esta columna, en estos momentos tenemos que tratar de mantenernos más para adentro que en cualquier otro ciclo de nuestras vidas. Solo se trata de entregar a la luz cada respiración, cada parpadeo, cada instante de nuestra permanencia en la Tierra. Sé que muchas veces no es fácil. Pero, hoy más que nunca, tenemos que convertirnos en nuestro propio guía, en nuestro propio maestro, evitando escuchar  e involucrarnos con el afuera, sin hacernos eco de los miedos de los demás (para que no se conviertan en nuestros propios miedos). Y confiar. Sabiendo que la Luz Divina, Dios, el Universo, el Cosmos o como quieras llamarlo, solo quiere lo mejor para nuestra evolución. Y teniendo en cuenta que cada experiencia que nos va tocando vivir ha sido planeada por anticipado, inclusive por nuestro propio Ser Superior, para que logremos trascender nuestros karmas y podamos cumplir en excelencia la misión que nos trajo en esta encarnación. Si nos entregamos, si nos sentimos continuamente vibrando sin mochilas, libres, livianos, sin que nuestra mente, ego o personalidad se interpongan, podremos sentir la felicidad de simplemente “ser”, podremos darnos cuenta de la permanente
asistencia que nos es otorgada  y podremos fluir en la vida resonando con la música de la luz.

¡Namasté!

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