SOLO SE TRATA DE ENTREGAR (N° 120)
Sinceramente tratar de escapar a los embates energéticos y a la
intensidad de la vibración que nos está afectando a todos de una u otra manera,
no es la tarea más fácil de este ciclo planetario en el cual estamos inmersos.
Es por ello que para sentarme a escribir esta, mi columna mensual, me demoré
mucho más tiempo que el acostumbrado en otras oportunidades.
Sucede que estamos transitando un período por demás abrumador, caótico
si se quiere. Cuando miramos hacia afuera encontramos el desconcierto, el
miedo, el temor y por supuesto, las grandes transformaciones en cada ser que
habita este hermoso planeta que es nuestra casa. Ni que hablar de lo que
socialmente está ocurriendo a lo largo y a lo ancho de toda la superficie
terrestre. ¡Si hasta pareciera que en algunos lugares ha vuelto la barbarie!.
Es notorio cuando uno observa en derredor, el reconocimiento de la
velocidad de respuesta traída por la ley de causa y efecto. Un ejemplo de esto,
lo he podido comprobar recientemente,
viendo, como algunas de aquellas
personas que aún no han despertado y permanecen en sus diferentes roles de
“victimización y culpa”, pueden llegar a co - crear futuros desastrosos para sus vidas. Una vez
que hubieron plasmado algo hermoso, que
podría haberlos regocijado, que podría haberlos hecho felices, antepusieron
todos los “no”, los “pero”, hicieron surgir todos los “miedos”, entonces, el
mensaje enviado al Cosmos fue: “eso
hermoso no es para nosotros… mejor sigue enviándonos más de lo mismo”… y
entonces, en ese pide y se te concederá, el más de lo mismo llega, tan rápidamente
como un abrir y cerrar los ojos, ya que la energía que estamos recibiendo
actualmente trabaja de manera tan rápida que casi no da tiempo a nada.
Lo lamentable es que aquellos que aún no se hallan alineados con esta
vibración tan fuerte y poderosa, no pueden llegar a comprender que lo que están
recibiendo es el efecto de la causa que ellos mismos generaron, y terminan con
una mayor victimización aun diciendo frases como: “el diablo metió la cola”,
sin percibir que lamentablemente, si hubieran procedido desde otro lugar, el
futuro que hubieran creado para sus existencias, seguramente hubiera sido muy
diferente y se hubiese generado un gran cambio para sí mismos.
Si bien te lo vengo repitiendo en esta columna, en estos momentos
tenemos que tratar de mantenernos más para adentro que en cualquier otro ciclo
de nuestras vidas. Solo se trata de entregar a la luz cada respiración, cada
parpadeo, cada instante de nuestra permanencia en la Tierra. Sé que muchas
veces no es fácil. Pero, hoy más que nunca, tenemos que convertirnos en nuestro
propio guía, en nuestro propio maestro, evitando escuchar e involucrarnos con el afuera, sin hacernos
eco de los miedos de los demás (para que no se conviertan en nuestros propios
miedos). Y confiar. Sabiendo que la Luz Divina, Dios, el Universo, el Cosmos o
como quieras llamarlo, solo quiere lo mejor para nuestra evolución. Y teniendo
en cuenta que cada experiencia que nos va tocando vivir ha sido planeada por
anticipado, inclusive por nuestro propio Ser Superior, para que logremos
trascender nuestros karmas y podamos cumplir en excelencia la misión que nos
trajo en esta encarnación. Si nos entregamos, si nos sentimos continuamente vibrando
sin mochilas, libres, livianos, sin que nuestra mente, ego o personalidad se
interpongan, podremos sentir la felicidad de simplemente “ser”, podremos darnos
cuenta de la permanente
asistencia que nos es otorgada y
podremos fluir en la vida resonando con la música de la luz.
¡Namasté!
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