por Jordi Morella
(De: jordimorella.blogspot.com)
Una vez, un discípulo estaba con su maestro cuando éste le explicó una
historia:
Una vez había un ser humano que decidió empezar a andar por el camino
de la luz.
Cuando se adentró en él y llevaba un tiempo avanzando se encontró con
una bifurcación. El camino se dividía en dos direcciones. En una había un
letrero que indicaba: “Camino de la Riqueza”, en la otra, había un cartel que
podía leerse: “Camino del Autoconocimiento”.
El ser humano, que siempre había tenido dificultades para sobrevivir, y
viendo las dos opciones, eligió el camino de la riqueza. Habiéndose adentrado
en él, se dio cuenta como su vida iba llenándose del mayor bienestar material
que hubiera llegado a imaginarse: joyas, dinero, oportunidades de trabajo con
grandes ingresos, éxito en sus proyectos, en fin, la vida empezó a sonreírle.
Este humano vio cómo su familia dejó de pasar hambre y pudiéndose comprar
una nueva casa, grande, justo en el lugar que él quería. Aquello que tocaba se
convertía en éxito. Todos iban a él a consultarle como hacer prosperar sus
empresas, o sus pequeños comercios.
Vivía en la más absoluta riqueza material. El hombre se sentía
satisfecho y contento. Cada vez tenía más cosas a hacer y menos tiempo para
dedicarlo a su familia. Invertía parte de sus ganancias y éstas se
multiplicaban. Puso oficinas por todo el país para orientar a todos aquellos
que querían ser como nuestro hombre, porqué todo lo que tocaba se convertía en
beneficios. Los precios que tenía establecidos para aconsejar no eran nada
económicos, de manera que su patrimonio iba en aumento cada vez más.
Llegó un momento que se dio cuenta que hacía dos días que no iba por su
casa y que no sabía cuándo lo podría hacer. Estaba tan ocupado con sus negocios
que empezó a olvidarse de sí mismo y de los seres, que desde no hace mucho,
eran lo más importante para él. Aquel ser humano se fue consumiendo en la rueda
de la ambición, en el olvido de quien era, hasta que llegó a un punto que cayó
enfermo. Su familia tuvo que ir a buscarlo para traerlo a casa y se recuperara.
A su mujer le costó trabajo encontrarlo por qué no sabía en qué oficina se
encontraba.
Después de mucha asistencia por parte de su familia y una buena
alimentación, nuestro hombre se levantó un buen día y volvió a desaparecer.
Mientras, socios de él se llevaron gran parte del capital que tenía en
alguna empresa y desaparecieron del país. Nuestro ser humano tuvo dificultades
para reflotar su negocio. Con el tiempo pudo recuperar aquellas empresas que
salieron afectadas, a la vez que empezó a haber personas que tenían envidia de
su capital, a la vez que se creó enemistades
por no poder atender y solucionar situaciones de amigos y gente amada hasta
hace poco. Todo se le acumulaba, incluso trabajadores de algunas de sus empresas
querían hacer huelga porqué creían que debían de cobrar más por sus servicios.
La situación creó dolor en el cuerpo de aquel ser humano, cayendo
nuevamente enfermo y habiendo de coger la baja temporal hasta que se recuperase
del todo. En aquellos momentos en su vida sólo había dolor y abatimiento.
Aquel ser humano continuó caminando por el camino de la riqueza hasta
que llegó a un punto donde convergía con otro sendero paralelo al suyo.
Aprendió de la experiencia del dolor y el malestar. Continuó andando, y más
adelante volvió a encontrarse con una nueva bifurcación.
Había nuevamente dos direcciones. En una había un cartel que ponía:
“Camino de la Riqueza”, y en el otro, un cartel que indicaba: “Camino del
Autoconocimiento”.
Esta vez se decidió por este último.
Una vez, ya encontrándose en él, se dio cuenta qué había sido su vida
hasta el momento y sintió tanta pena y dolor interior que se puso a llorar. Se
dio cuenta que él no era como se pensaba que era y que podía hacer muchas más
cosas de las que creía que podía hacer.
Aprendió a amarse, dándose cuenta que cuanto más lo hacía, más amaba a
los demás y éstos le correspondían con creces.
Nuestro ser humano empezó a perdonar, a aceptar las cosas como venían
ya a aprender de todo lo que le pasaba. Con el tiempo se fue dando cuenta que
siempre que tenía que comer o necesitaba algo en su vida, lo conseguía por obra
de “magia”.
El hombre empezó a dejarse ir por la vida, relajándose, sabiendo que no
estaba solo y que era guiado y protegido por una esencia poderosa no visible.
Sintió, también, dolor, al no hacer aquello que le decía el corazón, y
sobre todo, cuando se dejaba llevar por sus miedos. Con el tiempo aprendió a
controlar su mente y a poner paz en su interior.
Llegó un momento, después de mucho caminar, que sentía el amor puro y
creador de toda vida en su interior, permanentemente; dándose cuenta que
aquello que quería lo podía conseguir. Se dio cuenta de cuál era su verdadero
poder y empezó a utilizarlo para su propia bien y el de los demás.
Andando, vio que el camino que ahora seguía se juntaba con otro que no
había elegido.
- Pero, Maestro – le preguntó el discípulo – en los dos caminos ha
sentido dolor, no ha podido evitarlo, y es más, si en la primera vez hubiese
elegido el camino del autoconocimiento, ¿qué hubiera pasado en la próxima vez
que se hubiera encontrado con una bifurcación?
- ¿Quién dice que hubiera encontrado una nueva bifurcación?
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