lunes, 1 de octubre de 2012


APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO

Por Ruth Ross (Nº 95)

Desidentificando La Muerte


Para los que venimos trabajando en este camino de los cambios, hace mucho que escuchamos que la separación con “el otro lado del velo”, o con “el otro lado”, se está haciendo mucho más fina, mucho más sutil. Cada vez escuchamos más que estamos más unidos con lo invisible y que con solo permitirnos sentirlo, nos daremos cuenta.
En lo personal, quiero contarte una experiencia muy fuerte y particular que he vivido al respecto en estos últimos tiempos.
El 4 de agosto, mamá desencarnó por fin luego de la larga y penosa enfermedad que estaba transitando y de la cual te hablé en mi columna del mes pasado. Su ser eligió pasar por este doloroso proceso a modo de limpiar su karma y poder evolucionar en su camino hacia la luz.
No voy a negarte que por más que la muerte no es más que un nacimiento a la vida eterna, cuando mi hermana y mi papá me llamaron para comunicarme el desenlace, lloré con todas mis ganas. Pero distintas cosas me fueron demostrando que todo estaba en perfecto orden Divino y que mamá estaba muy bien en el lugar que se encontraba, por lo que decidí escribirte sobre este punto para que si en algún momento te toca vivir una despedida de un ser muy querido como lo que me ocurrió con mi mami, puedas saber que todo va a estar más que bien.
Mamá siempre jugaba a pellizcarnos, cuando éramos chicas, siempre lo hacía. Es más, si estábamos en la pelopincho (pileta) nos pellizcaba hasta con los dedos de sus pies para hacernos reír a mi hermana y a mí. 
Bien, inmediatamente luego de mi shock emocional, me senté en la compu para escribir la noticia a familiares directos de mamá, y en ese momento, sentí un pellizcón en mi pierna que me provocó mucha risa.
Luego prendimos una velita blanca de tres días de duración junto a la foto de mamá. A la noche en la cena, sentí que teníamos que brindar en familia para celebrar la llegada de mi mamá a su vida eterna, y eso hicimos, para acompañarla en su tránsito.


Me pasé la noche en vela, tratando de conectar conscientemente con mi familia de Israel, ya que a la mañana de allá sería el entierro. Y por la mañana, me levanté muy angustiada y no pudiendo evitar mí llanto… Pero algo sucedió que me quitó por completo el dolor…
Antes de entrar en ese relato, te cuento que desde que yo era pequeña, mamá me hablaba en jeringozo y lo hacía a una velocidad inigualable. Yo jamás logre entenderla, ni de chica, ni de grande… Y esa era una manera que tenía de jugar conmigo, me hablaba en jeringozo y se reía a carcajadas de mi cara cuando no lograba entenderla, hasta que me hacía reír a mí también.
Ahora bien, esa mañana, empecé a sentir que “me hablaban en jeringozo” y lo loco era que en esa oportunidad yo entendía todo lo que mamá me estaba diciendo y también podía contestarle hablando perfectamente. Me contó quienes la recibieron del otro lado, me contó lo que había visto, me dijo que se sentía libre… Me pidió que nadie estuviera triste, que yo no me angustiara más, que ella estaba muy bien, como nunca lo había estado. Me hizo hablarles en jeringozo (canalizándola) a mis hijos dándoles un hermoso mensaje a cada uno… Y, en ese momento, se despidió diciéndome: SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII , SOY FELIZ!!! Te juro, que en los 51 años que tengo de vida jamás escuché a mamá decir esa frase y sentí en ese momento que en lo personal entraba en un estado de profunda paz y agradecimiento.
A todo esto la llama de la velita que prendimos, todo el tiempo estaba de un color azul y muy pequeñita.
Al día siguiente mientras caminaba por la calle para ir a acompañar a mi hija mayor en su negocio, ya que en medio de nuestra pérdida, ese era el día de su cumpleaños, mamá volvió a hablarme, pero esta vez en forma normal. Me dijo entre otras cosas que desde el primer momento en que se había ido ya había llegado a la luz, pero que mientras estaba siendo sometida a distintos procesos, le estaban dando permiso de estar cerca nuestro, me habló de nuestra misión, de la luz, de lo que ella había venido a hacer; entre otras cosas me dijo que si el ser humano utilizara menos su ego, su cuerpo emocional y su personalidad, que feliz viviría toda la humanidad. Que recién ahora nos entendía y se daba cuenta de que cuando le hablábamos del amor divino, de la luz y del perdón, teníamos razón… Luego, cuando llegamos al negocio de mi hija, la felicitó por su cumpleaños, la felicitó por su negocio y no volví a escucharla. Solo puedo contarte que cuando volví a casa, la llama de la vela ardía cada vez más fuerte, hasta el momento en que se extinguió.
Así como el mes pasado compartí con vos un proceso bastante fuerte, hoy quise enseñarte que el transito no es malo. Que realmente es solo un cambio de dimensión y que cuando logramos aceptarlo, nos damos cuenta de lo bien que nuestros seres queridos siempre estarán. Así que por ellos que tienen que empezar su nuevo camino, y, por nosotros, que tenemos que seguir avanzando en el nuestro, lo mejor que podemos hacer es darles las
gracias y soltarlos con todo nuestro amor.

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