La vida es un juego, la mayoría de las veces, aunque para el ser humano
tenga tantas aristas dramáticas. Simplemente porque es un poco ignorante de la
auténtica verdad. No por culpa del propio ser humano, al cual nadie le explicó
nunca de qué se trataba vivir, sencillamente porque en la esencia del propio
juego de la vida está eso de descubrir en qué consiste el juego y recordar
quienes son los protagonistas, y todo eso forma parte del juego. Un juego que
comienza en otra dimensión de consciencia, allí de donde todos venimos y allí a
donde vamos cuando termina nuestro período de existencia física.
Lo más extraño del juego es que la mayoría de las personas se va de
este mundo sin descubrir ni siquiera que era un juego. Es como si se representara
una gran obra llamada “mi vida” en la cual cada uno tiene un rol, que se
encuentra ubicada en un gran teatro llamado “planeta Tierra”.
La verdad, únicamente se puede hallar (y como siempre parcialmente)
iniciando un camino de crecimiento espiritual, donde se produzca el re
encuentro con el alma, que sabe la verdad completa, y de esta manera y en la
medida de la propia evolución, ir descubriendo, como pequeños rayos que nos iluminan,
una comprensión más elevada de la verdad. Y allí, vamos comprendiendo que el
ciclo que nosotros llamamos vida, es solo una pequeñísima parte de lo que es
para nuestra alma, aquella que vive miles de vidas diferentes en muchos casos, ya que depende exclusivamente
del tiempo en el que esta está reencarnando en el planeta, tanto es así, que
para el alma que somos en realidad, el nacimiento es una muerte, es integrarse
a un cuerpo y a una densidad que no tenía en su estado natural, allí donde
existe con plena sabiduría e iluminación, en el amor más divino y en total paz,
y por eso es que al bajar a este mundo
se le borran todos los recuerdos, para que haga el camino que elija, de la
manera en que lo decida, y pueda descubrir o no las cosas según su propia experiencia.
Y desde donde viene se pactan las experiencias y circunstancias principales de
lo que va a ser su vida, así como que padres va a tener, con que condición, en qué
país, cultura y situación social, económica, etc.; también si va a tener que
pasar por muertes cercanas, guerras, pobreza o riqueza, etc. Cada cosa importante
es arreglada previamente y es el verdadero significado de la palabra “karma”,
que significa “aprendizaje”, no como suele llamarse comúnmente, castigo. Y todo
aprendizaje es para trascenderlo, aunque siempre nos cuesta, pero tenemos que
comprender que justamente por eso nos es puesto.
Nada es casualidad. Todo proviene de un lugar donde todo es perfección.
Cuando Dios nos mira, no nos ve solamente en esta vida siendo nosotros, nos
observa con un panorama extraordinariamente complejo y siendo nosotros mismos,
pero álmicamente en todas nuestras encarnaciones. Por eso es que cada cosa que
nos sucede y nos sucederá responde a la perfección más acabada de un plan
mayor, al cual desde esta dimensión no tenemos posibilidad de acceder. Por eso
es que tenemos que aprender a disfrutar, teniendo en claro que las cosas nunca
son ni serán, en verdad como nosotros las vemos, a desdramatizar (y no
significa con esto que no seamos personas a las cuales nos pasen infinidad de
cosas que nos hagan sentir) a comprender que la vida terrenal es simplemente
una parte muy, pero muy pequeña de este gran juego, llamado “EL JUEGO DE LA
VIDA”.
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