(De: www.luzysabiduria.com)
Érase una vez una posada llamada "La Estrella de Plata". Su dueño
hacía todo cuanto podía para cautivar una importante clientela. Sin embargo,
los clientes no llegaban. Desesperado, acudió a un Sabio. El Sabio, tras
escuchar su sincera pesadumbre, le dijo: - La forma en que puedes revertir esta
situación es muy sencilla. Cámbiale el nombre de la posada.
- ¡Imposible! - dijo el posadero. ¡Se ha llamado "La Estrella de
Plata" durante generaciones, y así la conoce todo el país!
El Sabio siguió diciendo. - A
partir de ahora debes llamarla "Las Cinco Campanas"
- ¿Las cinco campanas? –preguntó el dueño. ¿Qué clase de nombre es ese?
Finalmente, el Sabio pronunció con naturalidad: - Debes además colgar
seis campanas en la entrada.
- ¿Seis campanas? ¡Eso es absurdo! ¿Para qué va a servir?
El Sabio no dijo nada más.
Eran tan pobres y débiles las esperanzas que tenía, que el posadero
decidió hacer exactamente lo pedido por el sabio. Y esto fue lo que sucedió. No
había ningún viajero que, al pasar por delante de la posada, resistiera la
tentación de hacer notar el terrible error que el dueño de la posada había
cometido. ¡Llamar a un lugar “Las Cinco Campanas” y colgar seis en la entrada!
Era una garrafal equivocación que no podía pasarse por alto. Una vez que el
viajero ingresaba al lugar, quedaba tan impresionado por la cordialidad,
calidez y esmerado servicio que decidía alojarse en la posada. Y así fue como con el tiempo, el dueño
consiguió pagar todas sus deudas y ahorrar una pequeña fortuna recordando
siempre que no hay nada que le brinde tanto placer al ego como corregir los
errores de los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario