LA PARÁBOLA DE LAS NUBES Y EL SOL (Nº 110)
Cuenta una vieja leyenda que hace mucho tiempo el ser humano vivía en
un mundo maravilloso, casi perfecto, donde cada uno disfrutaba de la vida todo
el día y todos los días y tenía un nivel de sabiduría que le permitía, a veces,
verdaderamente tocar casi la perfección. Dicen que un día Dios reflexionaba
sobre cómo hacer, para que pudiéramos evolucionar (porque la evolución es lo
constante en el Universo), porque estábamos demasiado cómodos con nuestro
bienestar. Fue allí cuando encontró la manera: nos pondría pequeñas trampas
para ver si las superábamos y aprendíamos de ellas. Y entonces, escondió dentro
nuestro lo más preciado que disponíamos para nuestro bienestar, la paz, la
sabiduría, el amor, la felicidad, etc.
En esta parábola, el sol representa a Dios, ya que Él siempre está y
sus rayos nos iluminan constantemente; nosotros no tenemos que hacer nada para
ello, solo sentir como nos acaricia con su luz y saber que “siempre” estará, es
la razón y el fundamento de existir de todo el Universo, es, como el sol, lo
que genera la vida y su reproducción eternamente. Pero, como decía antes, para
que no nos fuera tan fácil y pudiéramos aprender de ello, es que nos puso a las nubes, que en sus múltiples
manifestaciones: nubes chicas, grandes concentraciones, lluvia, nieve, o
tormentas, no nos dejaran ver el sol.
Y además de todo esto, nos borró la memoria de quienes éramos en
realidad, para que con nuestro propio trabajo interno, descubriéramos los
distintos caminos para despertar de esa especie de sueño a la que habíamos sido
sometidos y nos diéramos cuenta de cómo son las cosas en realidad.
Pero lo que sucedió fue que el ser humano, tal vez inesperadamente,
comenzó a ver la vida de la forma en que se le presentaban aparentemente las
cosas, y entonces, para la gran mayoría bastó que una nube tapara el sol para
que comenzara a preocuparse, buscara infructuosamente en su mente cuales
podrían ser las posibles soluciones a esto, elegir una opción (que por supuesto
nunca era la mejor) y seguir adelante convenciéndose a sí mismo que esa era la
verdadera solución. Y luego aparecía una tormenta, y ocupaba todo su tiempo y
esfuerzo al tratar de que el agua no lo mojara. Y fue así que siguió cada vez
más preocupado por todas las nubes que se le presentaban (a las cuales comenzó
a llamar problemas), y fue tal su confusión que nunca se dio cuenta que en
realidad todas las nubes son pasajeras y siempre, inexorablemente, terminan yéndose
para dejar al descubierto el sol, el cual siempre está y siempre estará arriba
de esas nubes, aunque estas nos lo tapen circunstancialmente.
Hoy, por fin, después de miles de años, algunos seres humanos comenzaron
a darse cuenta que la “realidad”, así como ellos con el tiempo comenzaron a
denominarla, no son las nubes, estas solo son obstáculos en el camino para que
podamos evolucionar. La auténtica verdad es que simplemente tenemos que
recordar que arriba de las nubes se encuentra el sol, y este, tal cual como
dije antes siempre está y estará, solo
tenemos que ser capaces de cambiar nuestra percepción de las cosas, no dejarnos
arrastrar por las circunstancias que se nos presentan a cada instante en
nuestra vida, ya que ellas siempre son temporarias, y todo lo que es
temporario, como lo dice la misma palabra, no puede ser nunca lo que determine
toda nuestra vida, siempre todo pasa y queda en el pasado para seguir transitando
la vida con otras pruebas que vendrán. Por todo ello, lo mejor que podemos
hacer es tratar de recordar cuantas nubes fuimos dejando atrás en nuestra vida.
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