¡Así de vertíginosos están estos tiempos! Locos, cambiantes, totalmente
imprevisibles. Nada resulta tal como lo teníamos previsto, armado o estructurado. Y, por más que nos entreguemos
continuamente, la vida se nos sigue adelantando y a cada paso que tenemos
programado, una nueva prueba nos sacude y acomoda, colocándonos justo en el
lugar adonde debemos estar. El punto es lograr pasar por cada una de estas pruebas, desde el lugar más
profundo de nuestro ser o bien por llamarlo de algún modo, mirar constantemente
nuestra vida desde el aquí y el ahora, en completa alegría, tratando de no tener expectativas,
lo cual no siempre es fácil, lo sé. Intentando no esperar, no pensar,
no planificar; puesto que hasta lo más pequeño que hayamos proyectado,
nos puede ser modificado en este proceso de gran crecimiento y aprendizaje.
Debemos observar cómo estamos avanzando en este, nuestro camino evolutivo. Tomando una mirada
a distancia y por demás extraída de nuestra propia emocionalidad. Sé que no
siempre es fácil, soy un mero ser humano como vos, vos y vos, después de todo.
Pero cuando miramos a distancia lo que estamos vivenciando y nuestra entrega es
real, nuestra confianza en el Universo es única, plena y total, y lo que llega
siempre, en todos y en cada uno de los casos, supera lo que podría haber sido
antes de la movida de fichas dentro del gran tablero universal que es la vida.
En nuestra vida al menos, no hay una sola cosa que podamos planificar
sin que se nos sorprenda con alguno que otro cambio.
Desde que empezó nuestra conexión con el Universo, desde hace ya casi
18 años (en el próximo mes de marzo)
supimos que nada sería como antes. Y que no volveríamos a tener una vida igual
a la normalidad de los humanos. Y así la fuimos viviendo, tratando de integrar
en nosotros lo imprevisible para siempre. Pero, con el correr del tiempo y la
evolución, tanto personal como humano planetaria, este vértigo transformador
empezó a hacerse notorio y visible prácticamente para todo aquel que quiera
darse cuenta y sentir y ver lo que está
ocurriendo.
En nuestro caso se intensificó aún más, más y más, llevándonos casi
hasta límites insospechados.
Tal como varias veces te conté, siempre espero casi hasta el momento de
darle fin a la preparación de la revista para escribir mi columna, puesto que
como voy hablándote desde mí aquí y ahora real cuando te escribo, y justamente,
como la mutación es tan constante, siento esperar hasta último momento. Y este
esperar me lleva a contarte los últimos sucesos que venimos transitando.
El viernes próximo pasado, dentro de mi aquí y ahora fue el viernes 16
de enero. Sergio viajó a Carlos Paz a llevar la revista. Todo marchaba aparentemente
normal en su viaje, hasta que al bajar las Altas Cumbres, el micro se averió.
Normalmente mi marido va con un cierto plan a realizar desde el mismo instante
en que llega a los lugares a donde debe dejar la revista. Pero ese día algo
hizo que se modificara. Por supuesto que también se modificó la marcha de todos
los otros pasajeros. Así fue que por primera vez en su vida, se dispuso a hacer
dedo en la ruta. Fortuitamente los vehículos a los cuales él le hacía seña,
aminoraban la marcha, y cuando paraban, eran abordados por otras personas más
adelante. Finalmente, ve venir un auto desde Carlos Paz, el auto hizo un giro
en U, y se le puso al lado, y el hombre que lo conducía le dijo que iba a Carlos
Paz, y que podía llevarlo. Estaba allí puesto que lo habían llamado dos mujeres
quienes también viajaron con ellos. Todo no terminó allí, sino que en el corto
viaje en auto, el vehículo pinchó una rueda y a Sergio le quedó una anécdota
más para contar en ese día en particular que pese a todo, fue perfecto.
En mi hoy, domingo 18 de enero, te cuento que nos levantamos muy
temprano dispuestos a trabajar en la revista, para darle los toques finales de
diagramación y, nos encontramos que el programa que utilizamos para hacerlo no
funcionaba y hay que volver a instalarlo. Probamos varias veces, una y otra
vez, inclusive apagando y prendiendo la computadora, pero todo sigue igual. No
funciona y hay que instalarlo nuevamente. Cosa de la que más tarde se encargará
mi hijo, y el tiempo para que quede en excelencia y perfección y nos podamos
sentar a trabajar, lo pondrá el Universo; yo mientras tanto me pondré a pintar.
Así que si en tu hoy, te encontrás leyendo nuestra revista de febrero, podés
sonreír puesto que la perfección universal se ha manifestado una vez más y todo
ha sido arreglado para que como siempre, podamos encontrarnos con vos.
¿Qué más decirte? Soltate, respirá profundo, jugá este juego de la vida
con la alegría que te brota desde lo más profundo de tu ser, y podrás sentir
que todo está más que bien, ante todos los cambios inesperados que te conectarán
con un mundo imprevisible y que encontrarás de ahora en más en tu camino
evolutivo. ¡NAMASTÉ
No hay comentarios:
Publicar un comentario