MENTE, CUERPO Y ESPÍRITU O ESPÍRITU, MENTE Y CUERPO (Nº 115)
Siempre escuchamos frases relacionadas con la importancia de mantener
equilibrada la mente para que el cuerpo se mantuviera sano. De allí aquel dicho
en latín que dice: “mens sana in corpore sano”. Y siempre, inexorablemente, el
hombre moderno colocó el espíritu en el último lugar, como si tuviera menos
importancia que el resto, seguramente porque es “lo que no se ve”.
El hombre se comporta normalmente poniendo preponderancia en todo lo
que sus sentidos físicos pueden detectar, casi como si el resto no existiera. Y
sin embargo, es lo que no se ve, lo que le da sentido al resto, lo que lo
sustenta. ¿Qué sería del hombre sin amor, sin consciencia, sin felicidad, en
fin, sin sentimientos en general? Y desde otro punto de vista, ¿qué sería de la
vida misma, la biológica, sin aire?
La verdad, mis amigos, es que ya llegó la hora de que nos ordenemos,
colocando en nuestras vidas, lo que va verdaderamente en primerísimo lugar, que
es, en definitiva, cultivar el espíritu.
Debemos comprender que nuestro espíritu es la parte más sabia que
tenemos, la que nos acompaña eternamente brindándonos la conexión con Dios, la
que nos da la única y verdadera manifestación más perfecta que podamos llegar a
tener. No tenemos ninguna posibilidad de hallar la verdad, de obtener paz
interior, de lograr armonía en nuestras
vidas, si no comenzamos a vivir dejando que el espíritu nos guíe y nos de las
respuestas que necesitamos.
No significa que no podemos vivir priorizando la mente, de hecho gran
parte de la humanidad lo hace, sino que no lograremos nunca de esa manera la
completud, solo seremos un ser
humano incompleto o lo que es peor, solo meros animales racionales
incapaces de “sentir plenamente” como verdaderos seres humanos.
La mente funciona con información que a lo largo de nuestra vida le
hemos incorporado y esta información está llena de errores, que para nosotros
son la verdad más absoluta. Y la mente no discierne sobre lo que es verdad o
no, nos da las respuestas de acuerdo a la información que ha recibido sea esta
exacta o inexacta.
Solo desde el corazón podemos hallar la auténtica verdad, el corazón
nos lleva a accionar la maravillosa llave de acceso de la consciencia superior
que abre la sabiduría del espíritu. Y cuando ello ocurre, uno se siente pleno,
diferente, iluminado. Es como sentirse en un estado de bienestar permanente, a
veces como de éxtasis, absolutamente incomparable con lo que uno puede sentir
en el más intenso y elevado instante de placer o felicidad que nos puede
otorgar la mente o el cuerpo.
El estado pleno del espíritu nos hace utilizar adecuadamente la mente,
que es la expresión más acabada del mismo, pero para que lo exprese, para que
lo exteriorice, no para que funcione como si fuera algo aparte de nosotros
mismos.
Exteriorizar el espíritu cada vez en mayor medida, nos acerca definitivamente
a la perfección, y no solo nos da paz y armonía, nos da claridad mental para
resolver todos los problemas o circunstancias por las cuales tenemos que pasar,
encontrando las mejores soluciones para cada caso en particular, que en la
mayoría de las veces no podemos resolver buscando entre los pensamientos
enmarañados que nos da la mente.
Por último, así como cultivamos la mente llenándola de ideas y pensamientos,
muchas veces simplemente para complicarnos nuestra existencia, y además
nutrimos el cuerpo con alimentos y agua...
¿Quién nos dijo que no debemos alimentar al espíritu?
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