viernes, 27 de septiembre de 2013

NIÑOS ÍNDIGO (107)

¡AY DE LA EDUCACIÓN!!! Por Sergio Lipp

¿Qué es la educación?
Una de las definiciones de educar se refiere a la actividad a través de la cual se podrá desarrollar las facultades intelectuales y morales de un individuo. Hay palabras en latín que le dan origen, una es educare, que básicamente significa “formar, instruir”, o sea transmitir conocimientos al individuo para que pueda desenvolverse en la vida cotidiana; y otra es educere, que significa “guiar, conducir”, y que por el contrario del anterior, busca sacar fuera, extraer los conocimientos que el alumno tiene.
El tiempo ha hecho que la educación solo se transformara en educare, por lo tanto, en realidad, la educación se basa casi exclusivamente en impartir información del programa de estudios de turno, y en la mayoría de los casos, transmitir la lección del día tal como está expresada en el libro de cabecera de la materia respectiva. Tanto es así, que si me preguntan a mí, el Ministerio de Educación debería llamarse: Ministerio de Transmisión de Información.
Y ni hablar de la palabra “maestro”, la misma tiene una connotación demasiado grande, extensa e importante... Maestro... ¡qué palabra! Tal vez porque a la verdadera calidad de maestros llegan pocos, es que en algún momento se los comenzó a llamar docentes. Y siguiendo con el significado de las palabras, que nos aportan tanta claridad, un docente es aquel individuo que se dedica a enseñar o que realiza acciones referentes a la enseñanza. Ahora, cuando hablamos de “maestro”, hablamos de aquel al que se le reconoce una habilidad extraordinaria en la materia que instruye. ¿Entendemos la diferencia?.
También me parece importante aclarar, que acá yo hablo del sistema educativo, pero en verdad todos los sistemas, que se basan en una cantidad de estructuras impuestas por el hombre, hacen agua en esta época y todos, sin excepción, deberían reformarse y aceptar su debacle. Con respecto a la educación, tampoco se puede echar culpas o responsabilidades en alguien en particular, es una sumatoria de factores que nos han llevado a tener que reconocer y aceptar la mediocridad del sistema educativo.
La mal llamada educación, entonces, con el paso del tiempo simplemente se redujo al cumplimiento de determinadas pautas de transmisión de información, de acuerdo a un programa de estudios estipulado por las autoridades competentes de acuerdo a cada año de estudios.
Por otra parte, el sistema le da prioridad a cuestiones meramente estadísticas y cuantitativas, por eso las clases cada vez comienzan antes y terminan después, como si lo que importara fuera el tiempo destinado a enseñar y no la “calidad” de cómo y qué se enseña, pero por sobre todas las cosas a nadie le importa si el alumno verdaderamente  aprende. Todo depende de una evaluación que el docente realiza calificando al alumno y si determina que la nota es buena o muy buena, este será aprobado. Ahora yo me pregunto: ¿el alumno comprendió lo que estudió?, esto en el mejor de los casos, ¿o simplemente memorizó o se acordó?. ¿Eso es enseñar verdaderamente?. 
Al sistema educativo no le importa si al alumno se le enseño a pensar, a razonar, a comprender, a incorporar los valores humanos, si verdaderamente es formado, etc. En verdad, solo evalúa un resultado. Y como si fuera poco, al alumno primario en particular, se le dan una cantidad de horas de estudio que representa mucho más aún que las que se le da a un universitario. Lo extraño es que no hay edad en toda la existencia humana para aprender algo más rápidamente que en la niñez, si en definitiva, los niños son como esponjas. Entonces, ¿no nos estamos equivocando?.
El sistema determina que los alumnos que no cumplen con las pautas establecidas no son aceptados como buenos alumnos. Deben ser castigados con malas notas y hasta hacerlos repetir el año si ello fuera necesario.
Como anécdota para ejemplificar esto, hubo alguna vez una persona que siendo chico aún fue catalogado como casi tonto y reprobado por la docente de turno. Años más tarde fue reconocido como “el mayor genio del siglo XX: Albert Einstein”, quien decía algunas cosas como estas: “la palabra progreso no tiene ningún sentido mientras halla niños infelices”. “La imaginación es más importante que el conocimiento”. “Nunca considero al estudio como una obligación sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber”. “Cada día sabemos más y entendemos menos”.
“Lo único que interfiere con mi aprendizaje es mi educación”. Y por último, “No guardes nunca en la cabeza aquello que te quepa en un bolsillo”(y eso que no existían en su época las computadoras).
Refiriéndome a esto último en particular, el sistema sigue insistiendo con darle importancia a la información como si aún no tuviéramos ninguna posibilidad de acceder a la misma si no fuera por medio de nuestra memoria o los libros o apuntes de que podamos disponer, y ello era verdad hace muchos años cuando era la única posibilidad, pero hoy cualquier persona de este planeta solo poniendo la palabra google en la computadora, puede obtener toda la información que necesite. Entonces ¿para qué tanto tiempo impartiendo información? .
Por otra parte, cabe destacar que nuestro sistema educativo tiene más de 100 años de existencia, y por más que puede haberse modernizado en aspectos formales, nadie puede obviar que 100 años después tenemos una sociedad distinta, personas diferentes a aquellas y, que hablar de los niños o jóvenes actuales. ¿Realmente a alguien le cabe la posibilidad de que no hay que cambiarlo?.
¿Quiénes son los responsables de “educar”?
Cualquier persona puede estudiar para ejercer la docencia, y luego de rendir la última materia y su práctica respectiva, es habilitada por el Estado para ejercer como tal. Nuestro sistema en general, considera en todos los órdenes, y así también sucede exactamente con los profesionales, que al finalizar el plan de estudios vigentes ya uno se transforma en lo que estudió. El sistema no toma ningún examen integral para determinar si el recibido tiene frescos sus conocimientos, tampoco evalúa si es idóneo para ejercer, si está verdaderamente capacitado y menos aún, si tiene aptitud psicológica o psiquiátrica. Y en la enseñanza
secundaria, acepta profesionales para enseñar  en muchas materias, cuyos contenidos hayan tenido que ver con lo que estudiaron. La pregunta pertinente que nos tendríamos que hacer en este caso es: ¿quién dijo que por ser profesional sabe enseñar?.
Y volviendo al caso de los docentes primarios, la verdad es que de ninguna manera puede ejercer la docencia cualquiera, no basta en este caso simplemente con haberse recibido, porque se trata de formar niños, que son el futuro de la humanidad, y que requieren ser tratados con paciencia, con amor y, por sobre todas las cosas teniendo verdadera vocación para la docencia. ¡Es demasiado importante la responsabilidad que asumen!. No se trata simplemente, como en muchos otros casos (por ejemplo no hace falta amor para ser
 ingeniero), de hacer su trabajo bien, porque un docente es como un escultor, nada más que en este caso la materia sobre la que hay que esculpir es una pequeña personita en formación.
El sistema se conforma con que los docentes cumplan sus requisitos y gran parte de los mismos se suelen justificar ante cualquier cosa, justamente como que cumplen con los mismos y no tienen que hacer más nada. La realidad es que se puede dejar conforme al sistema y marcar la diferencia al mismo tiempo, si en definitiva el que está al frente de la clase es el docente, el que puede y debería preparar cada clase y aportarle cosas creativas o buscar la interactuación con el alumno, siempre es el mismo docente. Este siempre tiene la posibilidad de marcar la diferencia, pero depende de sus propias inquietudes, que van más allá de lo que le exige el sistema. Por ejemplo, que bueno sería que aprendieran (si no lo saben) a manejar aunque sea básicamente internet y llevar a los alumnos a las salas de computación a que ellos investiguen. Que distinto sería que al iniciar la hora de clase, hicieran hacer a los chicos una breve meditación infantil y con ello, lograr aquietar sus energías y aumentar su concentración. No importa lo que se haga, porque cada uno puede buscar sus propias herramientas.
Hace muchos años, un “maestro primario” que tuvo mi hijo Kevin, el maestro Luis, entre otras cosas que hacía, una vez a la semana reunía a los chicos en una ronda donde cada uno podía hablar de lo que quisiera, de lo que estaba pasando en sus casas o de las inquietudes o dudas que tenían, y sucedían luego de ello cosas maravillosas.

¿Sabe el sistema a quienes tiene que educar?
Voy a empezar por expresar mi conclusión sobre este tema: el sistema no sabe quiénes son estos niños.
Estos niños y adolescentes son modelos humanos de avanzada, vienen preparados para vivir en el mundo que les toca vivir. La verdad es que nos superan a nosotros, los adultos, muy cómodamente. La prueba más fehaciente de esto es que nuestra generación aprende a manejar una computadora, de la manera en que aprendíamos nosotros, por pasos, primero una cosa, después otra, etc. Y ellos funcionan a la vez. Recuerdo claramente cuando
compramos la primera computadora y Kevin comenzó a utilizarla sin que nadie le enseñara, con total naturalidad a sus casi 6 años, pero no solo eso, en ese momento y aún hoy, aprieta con sus dedos tantas teclas a la vez, que no hay, ni habrá para mí manera alguna de seguirlo. Ellos ya vienen preparados para eso naturalmente. Pero no es solamente en lo tecnológico, su sabiduría y su inteligencia es muy superior a la nuestra. Ya hay algunas comprobaciones científicas que determinaron que entre el 20 al 30% de estos niños / adolescentes nacieron con la misma cantidad de neuronas que Einstein. Lo triste de todo esto es que el sistema termina por hacer que no puedan desarrollarse y quedan transformados en gente común sin que nadie sepa de su capacidad.
Muchas veces he dado este ejemplo como si fuéramos autos: nosotros nacimos como el Renault 12 o el Ford Falcon y ellos ya nacen con computadora de abordo.
La realidad de estos chicos es que por eso se aburren y se ponen inquietos, ellos sienten que los tratan como tontos porque no hacen las cosas como les dicen y en verdad no lo hacen porque no les interesa.
Son los docentes los que no hacen lo más importante que deberían hacer: buscar los medios para captar su atención. Si el sistema les enseñara a lograr esto o si tuvieran la inquietud de buscar la manera, se ahorrarían lo peor que les está pasando, el esfuerzo increíble que tienen que hacer para que ellos les presten atención. Imaginando un poco: ¿qué sucedería si a nosotros nos mandaran nuevamente a la primaria?. Ellos se sienten frustrados porque no se los reconoce como niños/adolecentes de esta época, con una sabiduría interna mucho más desarrollada que lo que nosotros, los adultos, podremos algún día llegar a imaginar. Es el sistema y los adultos dentro del mismo los que tenemos que cambiar. No son ellos los que se tendrían que adaptar al sistema, en realidad, somos nosotros los que tendríamos que aprender de ellos.
Y para finalizar, otra frase genial de Einstein, que dice:
“SI BUSCAS RESULTADOS DISTINTOS... NO HAGAS SIEMPRE LO MISMO”.


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