LOS INCREÍBLES ELEFANTES: SU COMPLEJA PERSONALIDAD
(De:
4.bp.blogspot.com)
Los elefantes comparten características fundamentales con los humanos y
los simios antropomorfos.
Disfrutan de vidas largas, tienen cerebros muy grandes y sus crías dependen
del cuidado de los mayores durante mucho tiempo. Estos rasgos se asocian con el
desarrollo de la inteligencia y la vida en comunidades sociales complejas. Sin
embargo, sus mentes difieren en muchos aspectos. La inteligencia del elefante
es extraña y misteriosa.
Los elefantes son torpes, si se les compara con los chimpancés, en
algunas tareas. No son capaces de entender que si tiran de una cuerda, la
bandeja de plátanos se acercará a ellos, ni que si se pone un cubo tapando el
plátano, éste sigue debajo. En cambio, muestran otras conductas espontáneas que
reflejan su peculiar inteligencia.
Limpian de tierra las hierbas antes de comérselas golpeándolas contra
sus patas o metiéndolas en agua. Si hay agua cerca, el elefante prefiere este
segundo método, más eficaz, lo que refleja una interacción flexible con el
ambiente. Algunos elefantes cubren los pozos en la arena con bolas de corteza
mascada para que el agua no se evapore. Algunos jóvenes elefantes tienen el
rebelde hábito de tapar con barro la campana que cuelgan los hombres en sus
cuellos, para entrar silenciosamente a comer bananas en las plantaciones de
noche.
Los elefantes pertenecen al muy selecto club de los animales capaces de
reconocerse en el espejo. Los investigadores colocaron un espejo gigante frente
a tres elefantas adultas. Todas mostraron signos de reconocerse a sí mismas:
abrieron la boca y la examinaron atentamente. Una pasó la prueba de oro, el
"test de la marca". Le pintaron una marca en la cabeza y ella la
contemplaba repetidamente. El autorreconocimiento es parte de una habilidad
cerebral compleja.
Los elefantes usan herramientas. Como los primates, los elefantes
jóvenes juegan con objetos encontrados en su medio. Usan palos manejados por la
trompa para rascarse. También usan hojas anchas como espantamoscas. Arrojan
todo tipo de objetos ante los intrusos y los enemigos. Los proyectiles incluyen
pesadas piedras, palos, huesos grandes, etc. Los elefantes también se arrojan
intencionadamente objetos unos contra otros en las luchas por el ascenso en la
jerarquía y en los juegos juveniles. Han aprendido también a romper los cables
en las vallas electrificadas con piedras o troncos.
Los elefantes tienen una memoria prodigiosa. Viajan cientos de
kilómetros al año. Deben recordar los caminos que han seguido y, sobre todo,
los sitios en la sabana (e incluso el desierto) donde hay agua. Los pozos
pueden estar separados más de sesenta kilómetros unos de otros. Los elefantes
poseen un sentido maravilloso de la orientación. Recuerdan año tras año (a lo
largo de sus setenta de vida) la situación exacta (con menos de 1m de error) de
cientos de pozos naturales de agua. Además, les basta con haber estado sólo una
vez en su vida en cada uno de los pozos.
Los elefantes poseen también una gran memoria
social. Cada uno de ellos reconoce a más de cien elefantes, tanto de su grupo
como de los próximos. Es capaz de reconocer tanto su olor como sus voces: los
elefantes están continuamente 'hablando' entre ellos. Sus señales de
comunicación son muy variadas (incluyendo signos visuales, táctiles, sonoros e
infrasónicos), lo que es un indicio de inteligencia. Ellos usan sonidos, muy
sofisticados, de frecuencias audibles por nosotros, que se transmiten a través
del aire. Además, los elefantes usan sonidos de muy baja frecuencia que viajan
grandes distancias a través del suelo. Nosotros no podemos oírlos: son como
pequeños terremotos, que ellos perciben con sus patas. Unos pocos elefantes
cautivos han aprendido a imitar sonidos e incluso la voz humana, y una elefanta
africana semi salvaje fue capaz de imitar el ruido distante del tráfico. Estas
cualidades probablemente evolucionaron para mantener la cohesión social entre
las hordas de elefantes, que se dispersaban y se reagrupaban. Un ejemplar africano
ha pasado la mayor parte de su vida conviviendo con elefantes asiáticos, que
producen un sonido gorjeante único, y emite el gorjeo asiático, en lugar de las
graves llamadas africanas.
Por otro lado, los elefantes han sido observados en la naturaleza
trazando motivos en la arena con un palo o una piedra. ¿Por qué lo hacen? Esto
podría indicar un impulso natural hacia el arte, que los humanos han ayudado a
desarrollar. Si les dan pinceles y pinturas, realizan cuadros abstractos de aspecto
simple, pero que evidentemente constituyen composiciones coherentes, en las que
destacan rasgos como la repetición de trazos y colores, la simetría y la
combinación de elementos.
Cada individuo tiene su estilo propio e incluso hay “modas” en las
diferentes zonas.
Algunos elefantes desarrollan patrones de líneas verticales; otros,
onduladas, y otros producen motivos radiales. Vitaly Komar y Alex Melamid, dos
pintores rusos, han fundado en el Centro de Conservación de Elefantes de
Tailandia, una academia en la que les enseñan a pintar. Estos elefantes no sólo
producen cuadros abstractos, sino también figurativos. Pintan bellas
representaciones de flores, árboles e incluso elefantes. Algunos manejan ya
conceptos artísticos avanzados, como la perspectiva y el sombreado, y su
firmeza y habilidad para ejecutar los trazos con la trompa son notables.
Un elefante nunca olvida a quien le ha hecho daño. A veces asaltan
asentamientos humanos aparentemente como venganza por antiguos ataques. Manadas
de ellos han demolido cabañas y destruido cultivos, no para conseguir comida,
sino para asustar a la gente. De una generación a otra se ha transmitido un
sentimiento de desconfianza hacia los humanos. Esto es un ejemplo de que los
elefantes presentan memoria cultural. Los elefantes que nunca han sido cazados
reaccionan a la presencia humana con curiosidad y buena disposición. Las
manadas de elefantes que han sido cazadas por el hombre pueden refugiarse en
los bosques, adoptar hábitos nocturnos y evitar todo contacto con humanos. Las
madres enseñan a sus hijos estas estrategias.
Las madres elefantes son muy cuidadosas y a veces reaccionan
acertadamente ante situaciones urgentes. Una elefanta parió una cría
aparentemente muerta, pero ella comenzó a mover con sus patas el cuerpo inerte,
sin descanso. Tres horas después de este rudo masaje, la cría comenzó a moverse
y acabó poniéndose de pie con la ayuda de su madre. Una manada de elefantes
está compuesta únicamente por hembras y crías bajo el liderato de la hembra más
vieja y es altamente cooperativa. Las madres comparten su leche. Las crías
disponen de madres auxiliares (“tías”) que vigilan el sueño del bebé mientras
la madre descansa tras el parto. Las madres y tías se interponen entre el sol y
la cría y mueven sus orejas para refrescarla.
Una cría caída al agua será rescatada por las adultas, que empujan con
sus patas y tiran con sus trompas, cuidando siempre de que su cabeza esté fuera
del agua. Una “tía” adopta a la cría si la madre muere. No es sorprendente que
los elefantes tengan una de las tasas más bajas de mortalidad infantil de todos
los animales. Los bebés elefantes, como los humanos, saben muy poco por
instinto. Nacen sólo con un 35% de su cerebro adulto, el porcentaje más pequeño
de todos los animales. Deben aprender casi todo lo que necesitan para vivir.
Tienen que aprender a usar su trompa para beber, imitando a los adultos, y
también qué plantas son comestibles.
Los elefantes tratan de ayudar a sus congéneres heridos o enfermos. Se
ha observado a menudo a un elefante que intenta levantar a otro que ha caído y,
una vez levantado, lo ayuda a mantenerse en pie. Cuando un elefante muere, los
demás miembros de su clan (y de otros próximos) visitan al cadáver y lo tocan.
Lo rodean y emiten sonidos de duelo durante varios días. Durante años
observarán los restos esqueléticos con atención. Cuando una manada de elefantes
pasa por el lugar donde murió un miembro suyo, se detienen y exhiben signos de
reverencia. Éstas son conductas que sólo los elefantes comparten con los
humanos.
El elefante tiene el mayor cerebro entre los animales terrestres, que
representa un 0,08% del peso corporal (en los humanos, un 2%). Los cerebros de
elefantes y humanos presentan muchas circunvoluciones que incrementan su
superficie, lo que está correlacionado con una alta inteligencia. ¿Qué es
específico del cerebro del elefante? El hipocampo, zona muy importante en la
memoria y las emociones, es mayor en el cerebro del elefante que en el humano.
Otras 3 áreas están notablemente desarrolladas: el lóbulo olfatorio (en
relación a la gran nariz), el cerebelo (se cree que para la coordinación de los
movimientos, en especial los de la trompa) y el lóbulo temporal, que está
vinculado generalmente con el oído y la vocalización. Es razonable conjeturar
que los elefantes tienen muy desarrollado este lóbulo para distinguir una gran
variedad de sonidos y comunicarse con ellos. Pero, sobre todo, podemos decir
que la inteligencia del elefante está muy condicionada por su trompa, como la
nuestra por nuestras manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario