viernes, 5 de septiembre de 2014

APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO Por Ruth Ross



 
PAZ, PAZ, PAZ                  (N° 118)
Para serte totalmente sincera, este es un período por demás fuerte, con mucho trabajo en lo personal, para lograr mantenerme en mi centro, dentro de la quinta dimensión, sin ser absorbida por la ola de violencia nefasta que hay desatada en el mundo. Si bien era sabido, y te lo vengo diciendo hace mucho tiempo, que en estos momentos la oscuridad iba a mostrar sus garras con mayor intensidad, y que la tercera dimensión tiene que quedar definitivamente separada de la quinta, el momento planetario que se está vivenciando es demasiado fuerte. Empezamos con un mundial de futbol, que si bien para muchos es algo común y feliz, a mí en lo personal me hizo ver la falta de amor que hay entre hermanos. Una vez, nuestros primeros guías espirituales, hablando con mi hijo Kevin, le dijeron que en el Universo no se compite por nada, y esa es y será mi filosofía de vida constante. Cuando hay competencia  siempre hay alguien que queda anulado, subestimado, con su amor propio y su autoestima por el piso, y alguien o varias personas, si de fútbol se trata, que serán enaltecidos por el mero hecho de patear una pelotita, ganando para ello millones de dólares y teniendo una vida de consagración. O sea, te decía, en el mundial de fútbol ya se materializó la horda de violencia entre unos y otros equipos pertenecientes a distintos países del mundo. Un mundo que a mi criterio no debiera tener límites ni fronteras, un mundo en el que todos y cada uno de nosotros debiéramos poder vernos como hermanos, asumiéndonos como diferentes unos de otros y aceptando esas diferencias. Pero esos límites que generaciones tras generaciones de personas  con diferentes creencias y utilizando el poder que dan las armas y el dinero quieren cuidar, mantener y defender, lleva el preciado costo de pérdida de vidas humanas.  Y no se trata aquí de quien fue el primero en tirar una piedra, o que vino primero, el huevo o la gallina, se trata de lograr mirarnos a los ojos con nuestros adversarios desde el amor más profundo y bregar por lo mismo, por la paz. Más eso no es lo que está ocurriendo en la Tierra en estos momentos. Hay grandes frentes de locura total abiertos por doquier. Israel y Medio Oriente, Ucrania… y los que están afuera y ven las noticias, creen lo que les quieren hacer creer los medios de comunicación, toman partido e inician una guerra mental, sin saber, sin tener la información exacta, sin entender… pero opinando, todos opinan y todos se sienten con derecho a juzgar o a criticar.
Los países en conflicto solo piden la muerte de unos y de otros y lo que es peor, la piden en nombre de Dios, como si Dios, el Universo, mandara cometer crímenes en su nombre, y por culpa de los pequeños grupos religiosos radicales que se encuentran en dichos países, queda mutilada toda una sociedad. Lo que el resto de los habitantes de las zonas en conflicto no terminan de entender es que mientras ellos por su miedo, su dolor, su impotencia, sigan pidiendo muerte, eso es lo que continuarán encontrando en sus vidas, porque como en la vida todo es “pide y se te concederá”, no existe un Dios malo o injusto, sino una elección mal hecha liberada al éter por masas de diversas culturas, sin darse cuenta de cómo cambiarían las cosas si en lugar de dejarse dominar por el odio, empezaran a bregar por la paz mundial.  Siento que en uno y en otro lado hay “personas”, vidas con sueños y con esperanzas que una guerra absurda termina sin sentido.
Humildemente, desde esta columna que seguís mes a mes, te pido que juntos oremos por la PAZ, en cada foco de conflicto que hay en este momento encendido en la Tierra, y para ello, ya sabés como se empieza, simple y sencillamente enfocándote en encontrar nuestra propia PAZ personal. Trabaja, medita, mantente en tu centro, sos la paz, vives la paz e irradias la paz desde vos, hacia todo el planeta. ¡Namasté! 


                   

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