ABSTRAERNOS DE LO EXTERIOR (Nº 114)
Estamos en un momento en donde todo está revuelto, todo a nuestro
alrededor está moviéndose vertiginosamente, todo parece que estuviera mal, todo es
confusión y caos. Y todo tiene un sentido superior: el verdadero propósito es
que se está produciendo la mayor limpieza de toda la historia de la humanidad. Y
siempre que se produce una limpieza profunda, inevitablemente se levanta polvo
y sale la suciedad que estaba pegada en lo más profundo de la superficie y se
ve a simple vista. Por todo ello y para no ser arrastrado por esa inevitable
limpieza, que va a seguir hasta que todo sea depurado, es que es indispensable
no dejarse llevar por lo externo, no dejarse arrastrar.
Tenemos que aprender de una buena vez, que si queremos evolucionar
verdaderamente cada vez más, debemos poner un filtro a lo que nos rodea exteriormente,
sean los medios de comunicación, las opiniones ajenas o lo que vemos u oímos en
general. Tenemos que comprender que cada cosa externa a nosotros en realidad no
nos pertenece, que lo único importante en este momento es centrarnos en nosotros
mismos, escucharnos interiormente, ya que ese es el verdadero camino evolutivo.
Pero, ¿cómo lo vamos a hacer si estamos distraídos continuamente con lo que
sucede a nuestro alrededor?, y todo para que “eso” que parece ser lo más
importante dure solo el momento o los días que sean para, con la misma atención
que le dimos, lo apartemos como si nunca hubiera existido, para volver a
enfocarnos en las nuevas novedades, y así, realizar un constante círculo vicioso.
No somos conscientes verdaderamente que así nos contaminamos, nos ensuciamos a
cada instante de nuestra vida.
El Dalai Lama dice: “Deja ir a las personas que solo llegan para
compartir quejas, problemas, historias desastrosas, ruido y juicio a los demás.
Si alguien busca un cubo para echar su basura, procura que no sea en tu mente”.
Continuamente las personas que están a
nuestro alrededor están enganchadas con lo que las rodea y
constantemente buscan interlocutores válidos para compartir, hablando mal y
pronto, la “mierda” y la mayoría de las personas cae fácilmente en ese entretejido.
Les cuento una experiencia personal de hace un tiempo, un día estaba
parado en la fila de la caja de un supermercado frente a la góndola de las
yerbas. Adelante mío estaba un hombre que miraba las mismas y me observaba de
reojo, fue entonces que comenzó a hablarme: - ¡Qué barbaridad!, hoy escuché en
la radio que decían que la yerba se iba a $ 50 el kg., ¿cómo puede ser eso, en
el país de la yerba?- Y se calló para hacerme partícipe de la conversación. Yo,
que reconozco que soy un hueso duro de roer para participar en lo que no me
interesa, solo le dije:- ¡mm! haciéndole un gesto con la cara. A todo esto
quiero aclararles que los aumentos de la yerba ya se habían producido hacía
varias semanas y que las góndolas estaban llenas de todas las marcas. A todo
esto el hombre mirando nuevamente hacia las estanterías , continúo su
conversación durante un rato, para luego hacer silencio y mirarme nuevamente a
ver que decía y yo respondí con mi segundo:-¡mm!. Entonces el siguió y al ver
que yo no le respondía de ninguna manera se calló, para a los pocos minutos
irse a otra fila.
A todo esto yo me sonreí por dentro y ratifiqué una vez más como
funcionan en la práctica las distintas vibraciones de cada persona y como
reaccionamos a ese contraste, dependiendo de dónde nos ubiquemos.
Para terminar: Nadie nos puede obligar a participar de lo que uno no
quiere si uno verdaderamente no quiere. Solo depende de nosotros.
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