martes, 29 de octubre de 2013

"APRENDIENDO A VIVIR EN UN NUEVO MUNDO" Por Ruth Ross

AMOR EN PAUSA 

(Nº 108)

Septiembre ha sido un mes más que intenso en todo sentido. Los días se escurren como el agua entre los dedos, en cuanto pensás en una fecha, de golpe ya te encontraste en ella, la viviste y estás list@ para seguir avanzando en el tablero de la vida.
Desde el punto de vista físico, continuamos transitando momentos de intensos dolores en distintas partes de nuestro cuerpo, sumado a escalofríos sobre todo en la  zona de nuestra medula, aunque también cualquier otra dolencia extraña y pasajera.
La fatiga y el cansancio son uno en nuestra vida, obligándonos a tomar nuestros grandes momentos de descanso para poder continuar con nuestra jornada.
Desde otro lugar, en distintas partes de nuestro planeta, la Naturaleza ha venido sacudiendo su cuerpo, quitándose de encima el peso de mucha mochila que ya no necesita para su viaje a la quinta dimensión. Esto se vio en el mundo en la forma de grandísimas inundaciones, tormentas tropicales, huracanes, y en lo que respecta a Córdoba, Argentina, provincia en la que vivo, en menos de una semana hemos ido de temperaturas cercanas a los 40º, sequías e incendios, a un temblor de 4,7º a lloviznas, temperaturas bajo cero y nieve (a solo 5 días de la primavera). Por hablar de los incendios en particular, la transmutación ha llegado a  varios sitios, quizás ha sido el fuego de  mayor magnitud que pueda haberse visto en algún momento aquí, ocasionando inmensas pérdidas de todo tipo dentro de la naturaleza, cobrándose la vida de animales, de distintas especies arbóreas, cosechas arruinadas, etc. También hubo pérdidas a nivel material de casas de familia. El trabajo tenaz de los bomberos y de los vecinos solidarios brindó su esfuerzo sin respiro hasta lograr superar y apagar hasta el último foco. Si bien la explicación de nuestros hermanos de la luz sobre estos eventos llegó, comunicándonos que el
silicio que se  desprende del humo de los incendios es lo que necesita la Tierra y nuestros cuerpos para entrar en el “cuerpo cristal”, desde lo humano no es algo muy fácil de procesar y entender para todas las personas.
Entrando en otro tema: Hace mucho tiempo que vengo sintiendo que en estos momentos hay como dos mundos totalmente  paralelos. Uno, como siempre te digo, el de aquellos que eligen continuar por el camino del miedo, la victimización, la violencia, el odio, la culpa, el resentimiento, etc.; y el otro, el de los que elegimos pulsar cada instante de nuestras vidas en el amor, la luz, la paz, en agradecer cada instante que nos toca vivir, en el vivir el presente construyendo en el “aquí y ahora” nuestro mundo feliz. El tema es que muchas de las personas que amamos: esposa/o, madre, padre, hijo/a, hermana/o, cuñada/o, amiga/o, compañeros de trabajo, vecinos, conocidos, han elegido por el momento quedarse del otro lado. ¿Qué tenemos que hacer entonces? Hasta ahora, intentábamos una y otra vez acercarnos y solo recibíamos resentimiento y enojo del otro lado, ya que nuestra luz es tan fuerte que les molesta, los enceguece y se sienten totalmente atacados, incómodos con nuestra energía.
En este tiempo se requiere que nosotros tengamos mucha ACEPTACIÓN Y FUERZA para entender y soportar que cada quien debe pasar por sus propios procesos, vivir su camino y hacerse cargo de sus elecciones. Aunque hayan decidido continuar transitando por el camino paralelo al nuestro, sabiendo que quizás no vuelvan a unirse a nosotros nunca más en esta vida. Aquí nuestro trabajo de desapego es muy profundo. Yo lo veo algo así como si pusiéramos nuestro AMOR por ellos en pausa. Porque nunca jamás dejaremos de amarlos, pero al separar nuestra energía de la suya, nos ponemos en “pausa”, seguimos nuestro camino, nuestros aprendizajes, dejándolos libres de transitar los suyos y sin involucrarnos ya más.
Y… si alguno de ellos, en algún momento decide encontrar la perpendicular que los conduzca a nuestro camino, pulsaremos el botón invisible que dice “PLAY” y nos volveremos a dar un gran intenso y sincero abrazo de AMOR.

¡Namasté!

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