RESCATANDO LA SABIDURÍA (Nº 79)
En este mundo de hoy, todavía arrastramos muchas confusiones.
Una de ellas es confundir conocimiento con sabiduría. Para el ser humano, la confiabilidad y el respeto, pasa casi exclusivamente por quien ha acopiado títulos, fama y reconocimiento profesional. Por el solo hecho de recibirse, un profesional puede ejercer su profesión según la sociedad en que vivimos. Pero la pregunta que uno debería hacerse en este caso es: ¿eso le da sabiduría?.
En la historia de la humanidad hay innumerables personas que han demostrado y demuestran su sabiduría sin siquiera haber leído algo sobre el tema al cual se han dedicado. No estoy diciendo acá que el conocimiento no sea importante, por supuesto que lo es, pero en realidad poco tiene que ver con la sabiduría, ya que esta implica mucho más. Desde principios del siglo IXX se jerarquizaron los distintos estudios y los títulos, y con ellos, también se fueron olvidando cada vez más de la verdadera sabiduría.
En realidad la sabiduría se compone del conocimiento como una parte indispensable, pero si no le agregamos experiencia, discernimiento, intuición, percepción y muchos otros elementos que no se enseñan, nos quedaremos solamente con personas experimentadas con gran acopio de información, que ante las infinitas posibilidades que se le presentan hacen una especie de “múltiple choice” y colocan la cruz donde aprendieron que era la respuesta correcta.
La sabiduría es mucho más, saber es dar la respuesta exacta, no optar entre las múltiples variantes; es hacer lo que hay que hacer en cada caso, es ir mucho más profundo de lo que se puede aprender en forma externa. El mayor ejemplo lo tenemos con los niños más pequeños que saben un sinnúmero de cosas sin que en verdad, humanamente hallamos podido enseñarles algo.
¿Y la naturaleza?¿alguien le enseña a una semilla brotar y transformarse en un árbol? ¿cómo sabe una hembra de cualquier especie que exista como parir a sus cachorros?
La sabiduría es un don, al cual se lo puede ayudar con muchos elementos externos (estudiar por ejemplo), pero si ello nos haría sabios, en este mundo todos seríamos sabios y no es así.
Hace unos años unos amigos del sur me contaron que en algún lugar cercano a la Cordillera de los Andes, había un señor, como tantos otros que nacen y viven en contacto con su medio natural, al cual recurrían desde lugares lejanos para que él acomodara mágicamente los huesos, su habilidad era innata y solucionaba todos los problemas óseos tanto de personas como de animales sin haber estudiado nunca, es más creo que era analfabeto. Un día, una comisión de médicos y veterinarios lo denunció por “mala práxis” y fue citado a una audiencia. Cuentan que el asistió con una gallina en perfecto estado y los desafió a hacer lo mismo que él podía hacer. Dicen que tomó la gallina y comenzó a desarticularla por completo moviendo cada articulación y hueso que ella tenía. Todos miraban absortos como la gallina era transformada en otra cosa y, luego de mostrar como había quedado, simplemente, y como si fuera un transformer de los chicos, la volvió a armar dejándola nuevamente en perfecto estado... Sin que nadie pudiera comprender.
Algún día rescataremos la verdadera sabiduría y esta prevalecerá en todo.
Una de ellas es confundir conocimiento con sabiduría. Para el ser humano, la confiabilidad y el respeto, pasa casi exclusivamente por quien ha acopiado títulos, fama y reconocimiento profesional. Por el solo hecho de recibirse, un profesional puede ejercer su profesión según la sociedad en que vivimos. Pero la pregunta que uno debería hacerse en este caso es: ¿eso le da sabiduría?.
En la historia de la humanidad hay innumerables personas que han demostrado y demuestran su sabiduría sin siquiera haber leído algo sobre el tema al cual se han dedicado. No estoy diciendo acá que el conocimiento no sea importante, por supuesto que lo es, pero en realidad poco tiene que ver con la sabiduría, ya que esta implica mucho más. Desde principios del siglo IXX se jerarquizaron los distintos estudios y los títulos, y con ellos, también se fueron olvidando cada vez más de la verdadera sabiduría.
En realidad la sabiduría se compone del conocimiento como una parte indispensable, pero si no le agregamos experiencia, discernimiento, intuición, percepción y muchos otros elementos que no se enseñan, nos quedaremos solamente con personas experimentadas con gran acopio de información, que ante las infinitas posibilidades que se le presentan hacen una especie de “múltiple choice” y colocan la cruz donde aprendieron que era la respuesta correcta.
La sabiduría es mucho más, saber es dar la respuesta exacta, no optar entre las múltiples variantes; es hacer lo que hay que hacer en cada caso, es ir mucho más profundo de lo que se puede aprender en forma externa. El mayor ejemplo lo tenemos con los niños más pequeños que saben un sinnúmero de cosas sin que en verdad, humanamente hallamos podido enseñarles algo.
¿Y la naturaleza?¿alguien le enseña a una semilla brotar y transformarse en un árbol? ¿cómo sabe una hembra de cualquier especie que exista como parir a sus cachorros?
La sabiduría es un don, al cual se lo puede ayudar con muchos elementos externos (estudiar por ejemplo), pero si ello nos haría sabios, en este mundo todos seríamos sabios y no es así.
Hace unos años unos amigos del sur me contaron que en algún lugar cercano a la Cordillera de los Andes, había un señor, como tantos otros que nacen y viven en contacto con su medio natural, al cual recurrían desde lugares lejanos para que él acomodara mágicamente los huesos, su habilidad era innata y solucionaba todos los problemas óseos tanto de personas como de animales sin haber estudiado nunca, es más creo que era analfabeto. Un día, una comisión de médicos y veterinarios lo denunció por “mala práxis” y fue citado a una audiencia. Cuentan que el asistió con una gallina en perfecto estado y los desafió a hacer lo mismo que él podía hacer. Dicen que tomó la gallina y comenzó a desarticularla por completo moviendo cada articulación y hueso que ella tenía. Todos miraban absortos como la gallina era transformada en otra cosa y, luego de mostrar como había quedado, simplemente, y como si fuera un transformer de los chicos, la volvió a armar dejándola nuevamente en perfecto estado... Sin que nadie pudiera comprender.
Algún día rescataremos la verdadera sabiduría y esta prevalecerá en todo.
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