miércoles, 25 de mayo de 2011

EL MARAVILLOSO DESPERTAR DE LA CONSCIENCIA Por Sergio Lipp (Nº 78)

LAS COSAS OCULTAS


Durante mucho tiempo el hombre moderno buscó respuestas en donde no había ninguna posibilidad de que las encontrara. Por ejemplo, para intentar resolver las grandes incógnitas del Cosmos inició la carrera espacial tratando de llegar más lejos cada vez, y en realidad no es que eso esté mal, sino que ello le impidió comprender que investigando en profundidad nuestro planeta, mucho más de lo que hasta el día de hoy ha hecho, iba a poder resolver todos los cuestionamientos que tenía y que tiene, porque todo en nuestra vida está allí, oculto, para que lo hallemos con solo mover un poco la tierra que lo tapa.
Con todas las grandes verdades existenciales que tenemos, pasa exactamente lo mismo. Durante toda nuestra existencia terrenal, y me refiero a la de la humanidad conocida, todos, absolutamente todos los grandes hombres, nos han dicho que todas las respuestas se encontraban dentro nuestro. Sin embargo, el hombre, con ese maravilloso desarrollo de su intelecto, siempre buscó todo fuera de sí mismo, de sus propias entrañas, creyendo que su mente podía resolverlo todo. Y es por ello, que aún gran parte de la humanidad sigue debatiendo intelectualmente, haciendo teorías y tratando de encontrar todas las respuestas solamente con la utilización de su hemisferio izquierdo. 
El hombre se ha convencido que la existencia “solo es” lo que sus sentidos físicos o sus propias creencias han determinado como tales.

Y así ha sido, desde hace demasiado tiempo. Y así es, que hemos arrastrado una infinita sumatoria de errores que no hemos corregido aún. Y así es que nos convencimos que la historia, la religión, la ciencia y todo lo demás, era como habíamos aprendido.
Y hasta nuestros científicos nos han explicado que “todo lo que no se podía explicar”, como gran parte del ADN, no servía para nada; igual que con la gran parte del cerebro, que aún no sabemos utilizar.
Queridos amigos, si hay algo que tenemos que aclarar es que la perfección de Dios, no tiene errores. El hecho que nosotros aún desconozcamos para que sirve la mayoría del ADN o de nuestro cerebro, no significa que nosotros no seamos perfectos. Dormidos, si, pero perfectos. Alguna vez, dicen, hace 13.000 años, con la caída de la Atlántida, nos durmieron partes nuestras para que no pudiéramos utilizarlas en su plenitud, pero hoy todo eso se está despertando nuevamente para que de a poco, en la medida de nuestra propia evolución, comencemos a activar cada una de las partes que contiene nuestro todo.
Hoy, recién hoy, se acaba de descubrir por ejemplo, que las miles de terminaciones nerviosas de nuestro aparato digestivo forma una especie de cerebro complementario que funciona casi autónomamente. Hoy, recién hoy, todo lo que estaba oculto, pero atención , que estaba, está saliendo a la luz. Hoy, recién hoy, los velos comienzan a descorrerse y aparece la auténtica verdad, que estaba ahí, esperando manifestarse cuando la dejáramos al descubierto. 
Días duros estos, pero necesarios. Llevamos demasiado tiempo de ocultamiento. 
Ahora estamos comenzando a descubrir que “nada es lo que parece”. Y está bien. 
¡Viva la verdad! Aunque duela.



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